Adictas a
la belleza
No hay una línea de expresión, una
“pata de gallo”, un ceño fruncido... la obsesión por la imagen es tan grande,
que muchas mujeres abusan del botox y tienen los rostros paralizados, como si
fueran estatuas de cera.
Claudia ya sabe lo que quiere que sus padres le regalen por su cumpleaños:
implantes para los senos. “Tengo un busto muy pequeño y siempre he vivido
acomplejada por ello”, admite, ates de añadir el golpe de gracia: “El próximo
año quiero comenzar a tratarme las líneas de expresión..”.
Claudia está por cumplir los 18 años.
En New York, un famoso cirujano estético se especializa en cirugía de los pies,
dándole una forma afilada al dedo gordo, para que sus clientas puedan calzar con
comodidad los zapatos de punta estrecha de la marca Jimmy Choo.
En Estados Unidos, Europa y América Latina, mujeres de todas las edades ofrecen
“fiestas de botox” en sus casas, donde se reúnen con sus amigas para recibir
inyecciones de lo que es, en esencia, una dosis controlada de la toxina que
causa el botulismo, una enfermedad que paraliza los músculos y puede llegar a
causar la muerte. Para más detalles: durante los años 80 y 90, esta bacteria
formó parte del arsenal de armas químicas de Irak.
Al mismo tiempo, la modelo Janice Dickinson, frustrada al no hallar candidatas
lo suficientemente esqueléticas para The Janice Dickinson Modeling Agency, el
reality show donde recluta y entrena a futuras modelos, declaró públicamente que
“quiero que mis modelos se vuelvan anoréxicas”.
Esto, a pesar de la muerte reciente de cuatro jóvenes modelos por causa de este
desorden de la alimentación.
Hoy en día, a nadie sorprende que la primera expresión de un amigo al vernos
sea, “¡Qué bien te ves!”, ni que el elogio más grande que puede recibirse sea:
“Estás flaca” o mejor: “No aparentas tu edad”.
Esta obsesión con la apariencia física ha creado una industria multimillonaria
dedicada a un solo propósito: lucir bien, lo que según los dictados de la
sociedad actual, significa estar flaca (ya casi nadie dice “delgada”;
aparentemente “flaca” es el estado para el ser humano). En la actualidad,
incluso los hombres sufren de “manorexia”, un neologismo que juega con la
palabra “man” (hombre) y es como se le llama en Estados Unidos a la anorexia
masculina. Pero, más que eso, hoy día es vital, como el nombre de una de las
tiendas más populares en Estados Unidos, permanecer –o al menos parecer-
“Forever XXI”... eternamente de 21 años de edad.
El negocio de la belleza
En su libro “Beauty junkies”, cuya traducción literal es “adictos a la belleza”,
la escritora Alex Kuczynski reporta que, de acuerdo con una encuesta llevada a
cabo en 2003, en los Estados Unidos más de la mitad de las personas no se
encuentran satisfechas con su apariencia. Esta insatisfacción ya no es exclusiva
de “las mujeres de cierta edad”, sino que, cada vez más jóvenes reportan
sentirse descontentas con su físico. Como Claudia, muchas quieren comenzar a
tratar las arrugas desde la adolescencia.
De hecho, solamente entre 2003 y 2004 hubo un aumento de un 44 por ciento en el
número total de cirugías estéticas llevadas a cabo solo en los Estados Unidos.
El número de personas que recurren a la cirugía plástica y otros tratamientos,
como el Botox y la liposucción, se ha quintuplicado en una década, creando una
industria que reporta ganancias de 15.000 millones de dólares anualmente.
Pero esto es solo la punta del iceberg de un fenómeno que muchos analistas
culturales ven con creciente alarma. ¿Por qué? Después de todo, ¿qué tiene de
malo tratar de verse lo mejor posible, o incluso de aparentar menos edad?
Peligrosa obsesión
La obsesión con la apariencia física tiene consecuencias reales, pero
insidiosas, porque trabaja debajo de la superficie y nos lleva a distorsionar
cómo vemos el mundo. En un estudio llevado a cabo en los Estados Unidos, 100
voluntarios fueron divididos en dos grupos. El primero vio fotos y videos de
modelos y actrices bellísimas y perfectamente maquilladas. El segundo grupo no
vio estas fotos. Más tarde, cuando el primer grupo fue expuesto a imágenes de
mujeres promedio, relativamente atractivas, estos voluntarios las describieron
como “feas” o menos atractivas que como las describió el segundo grupo, que no
estuvo previamente expuesto a las imágenes de perfección física.
Esto lleva a fenómenos como el que ocurre en Japón. La excelencia académica es
parte de la cultura de esa sociedad, por lo que los padres contratan tutores
para que ayuden a sus hijos. Pero según un reporte del diario The Miami Herald,
los tutores se anuncian en los diarios haciendo énfasis en su belleza física, no
en su talento para la ciencia o las matemáticas. Una agencia que ofrece estos
servicios a los estudiantes, incluso anuncia que sus tutoras tienen “las piernas
más bellas de este negocio”.
El sueño actual es tener la nariz perfecta, los senos más grandes, el carro más
caro, el título más impresionante. Ya ni el teléfono celular se salva de este
afán. Beatriz, una secretaria de 32 años, admite que “hoy en día, si no tienes
el celular más moderno, te miran con burla. Me da vergüenza sacar un teléfono
anticuado delante de la gente..”.
Lo cual nos lleva a la pregunta inicial: ¿qué tiene de malo tratar de verse lo
mejor posible o de lucir eternamente joven? Que lejos de hacernos sentir mejor,
la obsesión con la imagen refuerza la creencia de que ésta lo es todo. Pero como
con toda adicción, tratar de satisfacerla, dándole más de lo que pide, solo
consigue aumentar la inseguridad que la provoca. Pronto llega el día en que ya
no se busca el éxito o la felicidad auténticos; basta con aparentarlos.
Al vivir en la superficie –de afuera hacia adentro, como explica el psicólogo
Dr. Wayne Dyer— dejamos de aceptarnos y de amarnos tal como somos, para buscar
una imagen reflejada en un espejismo. La realidad, enfatiza Dyer, es que nada
externo conduce a la felicidad; la belleza y las posesiones materiales pueden
producirnos un placer momentáneo (es por eso que siempre necesitamos más y más),
mientras que la felicidad es una actitud ante la vida que no depende de las
circunstancias externas; es un estado de gracia interior que solo alcanza la
persona madura emocional y espiritualmente, esa que se acepta y vive con
autenticidad.
La trampa visual
¿Cómo llegamos a esta obsesión malsana? Hoy, como nunca antes, vivimos en una
era visual, rodeados de imágenes de perfección, cortesía de las grandes agencias
de anuncios que crean las campañas comerciales que recibimos hasta por el
celular. Las modelos y actrices operadas por los mejores cirujanos plásticos,
tratadas con Botox, maquilladas por expertos y retocadas en la computadora hasta
quedar sin una línea de expresión o un poro visible, son las imágenes que les
venden al público como atractivas o deseables. Con el tiempo y la repetición
constante, llegamos a creerlas.
Afortunadamente, siempre que el péndulo se va a un extremo, surge una fuerza
opuesta que busca el balance. Diseñadoras como Diane von Fürstenberg critican el
énfasis del mundo de la moda en la extrema delgadez; en España Pita de Leonor
Pérez, la directora de la exhibición Pasarela Cibeles, en Madrid, rechaza a las
modelos excesivamente delgadas, aduciendo que mostrarlas tiene un serio impacto
en las personas que ven el evento. Celebridades como la actriz Kate Winslet y la
modelo Tyra Banks, rehúsan encasillarse en el rígido molde de belleza actual,
mostrándose tal cual son, con arrugas y hasta sobrepeso. Incluso el programa
Ugly Betty (Betty la fea) muestra a una heroína (América Ferrera) gordita y sin
sentido de la moda, cuyos atributos son su inteligencia, su dignidad y su gran
corazón. Esta Betty “la fea” nos recuerda que, como dijo Antoine de Saint-Exupéry,
autor de El Principito: “Solo con el corazón vemos realmente; lo esencial es
invisible”.
Iluminada desde adentro
La escritora estadounidense Victoria Moran ofrece varias maneras de escapar de
la tiranía de la imagen. Cuando descubrió en la adolescencia que no encajaba en
el molde de belleza impuesto por la sociedad, “comencé a buscar cómo recobrar
nuevas maneras de sentirme bella..”., dice. En su libro Lit from within (“Iluminada
desde adentro”), Moran aconseja:Deje que su exterior sea un reflejo de su interior. Esto la llevará a cuidarse.
Si decide seguir una dieta y hacer yoga no lo haga por encajar en un molde de
belleza dictado por la sociedad, sino porque es lo mejor para usted.
No se compare con otros, ni siquiera con usted misma cuando era más joven.
Reconozca y celebre sus puntos positivos.
Rodéese de personas que sean capaces de ver su luz, de valorarla. Desoiga a
aquellas que miden a los demás por su belleza física, sus posesiones materiales
o su edad; entienda que ven el mundo desde una perspectiva muy limitada, de la
que ellos también son víctimas.
No se mida por la edad cronológica, sino por su entusiasmo, vitalidad y sentido
del humor. Estas cualidades –y no los años—son las que la llenan de paz y
armonía, y le permiten brillar desde adentro.
Nota:
correodelcaroni.com
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La adicción a la belleza |
Cada vez son más las personas
que quieren lucir jóvenes eternamente. Cremas, maquillaje, tratamientos de
belleza y, la infaltable cirugía tienen una llegada muy importante en la
sociedad actual.
Estar bellos, lucir jóvenes eternamente, y tener un aspecto sano, puede llegar a
ser obsesivo. Cada día hay más gente que no concibe su tiempo sin rendir culto
al cuerpo. La cosmética se proclama como la nueva adicción de los tiempos
modernos.
Cremas, maquillaje, tratamientos de belleza como la limpieza facial, manicuras,
pedicuras, masajes de cualquier tipo, centros de spa, botox y por supuesto, la
cirugía, se abrieron paso en el mundo cotidiano de la belleza, al alcance de
casi todas las manos.
En los tiempos que corren, se está desarrollando una necesidad casi compulsiva
de ser perfectos, no sólo en nuestro trabajo o en la vida familiar, sino también,
y a veces siendo prioritario, con nuestro aspecto físico.
¿Impulso consumista?, ¿deseo de ser distintos?, ¿temor a envejecer? Las causas
de esta adicción a la cosmética no están claras, pero sí sus consecuencias. El
mundo de la belleza invade el universo cotidiano y entra marcando tendencias.
Si hasta ahora este era un mundo exclusivo de las estrellas del cine y la
televisión, y de las mujeres en el ámbito doméstico, la revolución que sufrió en
los últimos años la cosmética fue que varíe completamente el perfil de los
consumidores de belleza.
Se acabó la asociación cuidados con mujer o cirugía con alto presupuesto. Cada
vez son más hombres y gente joven quienes se someten a toda clase de
tratamientos de belleza y se obsesionan por el aspecto físico y la imagen que
ofrecen a los demás.
Las cifras no mienten. Las firmas clásicas de cosmética apuestan cada vez más
por lanzar líneas unisex de productos de belleza o incluso, por líneas
exclusivas para hombres.
Se multiplicaron el número de centros de belleza a pie de calle y en Internet
crecieron las webs dedicadas a los avances cosméticos donde, además, los
cibernautas charlan sobre estos temas, considerándose a sí mismos, adictos a
estos productos.
Distintos organismos, como la Sociedad Española de Medicina y Cirugía Cosmética,
advierten de que "la estética lleva al quirófano a 40.000 menores al año sólo en
España". Y los especialistas en tratamientos plásticos arrojan datos no menos
sorprendentes sobre la adicción que suponen estos cuidados, ya que aseguran que
casi el 40% de las personas que usan el Botox para corregir arrugas, repiten el
tratamiento con demasiada frecuencia.
Nota:
Parte de nota de minutouno.com.ar
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