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TESTIMONIOS DE QUIENES ABORTARON
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Todos
los testimonios
reales que se han recabado en la
red y que aquí se exponen, tienen el
propósito de ayudar a tomar la mejor y mas sana decisión a
aquellas mujeres que puedan estar pensando
en hacer un aborto y la mejor decisión que se puede tomar
en la vida de un ser humano, es
LA VIDA
misma.
Cuando una mujer se siente sola, responsable
de tomar una decisión que a veces ella misma
no quisiera tomar, pero su pareja,
familia, el sentimiento de vergüenza, la
economía o muchísimas otras razones
mas, parecen que la
obligan a tomar una decisión drástica.
Cuando una mujer presionada no sabe que actitud
tomar, es de mucha ayuda poder saber sobre
personas que han estado en su misma
situación y que consecuencias
o
marcas dejaron el haber tomado una
terrible decisión.
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Me arrepentí esa misma noche,
pero ya era
demasiado tarde
Yo aborté a mi bebé hace 13 años. Era un
embarazo de 17 semanas. Soy una asesina.
Estaba indecisa de hacerlo, pero
...
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Mujer encuentra cabeza del bebé que abortó
Davina Chambers nunca será la misma. Pocas horas después de someterse
a un aborto...
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Una mujer ayudada psicológicamente tras su aborto
Me quedaba un día entero de contracciones y parto para expulsar a mi hijo
muerto en el Centro El Bosque de Madrid...
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Nunca nadie me informo de las consecuencias psicológicas que iba a
sufrir tras abortar.
Éste es el comienzo del relato de Mª Esperanza Puente, que cuenta a
ALBA
los recuerdos de la que ha sido la experiencia más dura de su vida...
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Yo aborté y nunca volvería a hacerlo
Tan solo llevaba viviendo tres meses en España cuando me quedé embarazada.
Tenía 24 años, y...
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Yo aborté hace dos años.
Por su gran interés, el
testimonio de una mujer joven que sufrió un aborto provocado hace dos años
en Andalucía. Lucía Fernández es española. Ahora tiene 30 años. La
entrevistamos recientemente para que nos contara qué es el aborto y cómo
lo vive la mujer...
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El problema del aborto en una pareja de estudiantes
Raúl, 23 años, estudiante: “Ni miramos la ecografía. Era de seis semanas.
La historia: Un embarazo no deseado
Los protagonistas: Raúl y Rosa. Estudiantes...
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Seis mujeres relatan el
infierno en el que han estado inmersas tras terminar con su embarazo
El aborto no es una simple «operación médica». Así lo confirman muchos
testimonios de mujeres que han...
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Testimonio de una especialista en ecografías
En 1979 después de haberme practicado dos abortos, comencé un
entrenamiento en ultrasonidos...
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Una abortista vuelve a la casa del Padre Por
Carol Everett
Creí que ellos nunca podrían perdonarme. En mi mente el aborto era un
pecado imperdonable...
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Víctima de un abortero explotador
Yo era una joven universitaria muy impresionable, así que al descubrir que
una estación de radio muy popular en Long Island estaba...
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Me duele el alma
Solo tengo 18 años y no he hablado de esto con
nadie, solo puedo decir que me duele el cuerpo y el alma a pesar de el
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Estoy muy confundida con respecto a lo que paso algún tiempo, me provoqué
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Desde entonces no vivo en paz
No sé realmente como comenzar, aún me duele lo que hice. Tal vez, este
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Ya hace mas de 15 años...
Me hice 3 abortos hace mas de 15 años, y me he...
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Soy una mujer de 27 años, que desea contarles
Lo difícil que ha sido mi vida, luego de haberme practicado un aborto...
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Rechazo de un regalito...
Tengo 22 años y me siento muy mal emocionalmente, así como deben sentirse
muchísimas mujeres después que han decidido abortar...
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Siempre hubiera dado la vida por EL...
Como árabe que es me dijo que si decidía tenerlo pagaba a un par de moros
y cuando diera a luz me lo secuestrarían. Me lo dejó muy claro:
O
ABORTAS O ME LLEVO AL NIÑO A MI PAÍS Y NO LO VUELVES A VER MÁS...
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Otra noche más en blanco
Cuando supe que estaba embarazada no se lo conté a nadie. Estaba en USA
con mi novio, enamoradísima y feliz...
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Me
arrepentí esa misma noche, pero ya era
demasiado tarde
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Hola, Mi nombre es Julieta Pérez, tengo 32 años de edad y
me alegra que haya personas que quieren hacer algo para detener esta
masacre. Yo me uno a
ustedes desde México, Distrito Federal.
Yo aborté a mi bebé hace 13 años. Era un embarazo de 17 semanas. Soy una
asesina. Estaba indecisa de hacerlo, pero desgraciadamente las personas
que
me rodeaban, me motivaron y convencieron de que era lo mejor para mí.
(Claro
que nunca pensamos en mi bebé). Fui egoísta y aunque dudosa, lo
hice. Esa misma tarde, luego del asesinato, inició mi infierno. Me
arrepentí esa misma noche, pero ya era demasiado tarde. Hasta la fecha, me
duele, me he confesado varias veces y aunque he obtenido la absolución, en
mi corazón, yo no me lo perdono. No hay día que deje de lamentarlo. Y
pienso en la edad que tendría mi hijo y duele mucho. A veces tengo una
ansiedad desesperante, casi enloquecedora, porque quisiera volver el
tiempo atrás para recibir a mi hijo con amor.
Esta es mi confesión. Y por eso estoy comprometida no solo conmigo, sino
con Dios, a luchar por la vida.
Gracias a Dios porque existe este lugar que pueda orientar a las jóvenes a
hacer
lo correcto.
Yo estoy con ustedes.
FUENTE: Testimonios-(
vozvictimas.org)
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25 semanas
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Mujer encuentra cabeza
del bebé que abortó
LONDRES,
18 Ago. 04 (ACI).-
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Davina Chambers nunca
será la misma. Pocas horas después de
someterse a un aborto,entendió
que había matado a su propio hijo.
Ella expulsó en el baño de su casa la cabeza
seccionada de su bebé, que había permanecido
en su vientre por el descuido del médico que
la atendió. La joven inglesa de 29 años de
edad tenía solo doce semanas de gestación.
Decidió abortar agobiada por una
enfermedad hepática, depresión y porque creía
que no
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atender a sus otros tres hijos. Sin embargo, nunca imaginó que
ese aborto -lejos de resolver su problema- le
ocasionaría el mayor dolor de su vida. Chambers se
sometió al aborto en el King's College Hospital de
Londres. Fue dada de alta el mismo día, luego que
médicos le hicieran tres "escaneos" para cerciorarse
de que había expulsado todas las partes del feto.
Luego ocurrió lo inimaginable. "A la medianoche fui
al baño y estaba sentada ahí cuando sentí que algo
salió de mí como si hubiese dado a luz. Miré el
inodoro y vi algo que parecía tener un hueso
atravesado", relató. Examinó lo que expulsó junto a
su ex pareja y distinguieron ojos, nariz, boca y
hasta orejas. La cabeza media poco más de cuatro
centímetros. Los dos adultos irrumpieron en un
profundo llanto. Al descubrir la cabeza, Chambers
llamó a una ambulancia y fue internada
inmediatamente. Los médicos esta vez le dijeron que
pudo haber muerto si la cabecita permanecía en su
útero por más tiempo. El hombre que le practicó el
aborto le pidió disculpas y trató de llevarse los
restos de su hijo, pero la angustiada madre se
resistió y le explicó que "deseamos darle una
sepultura adecuada". Una portavoz del King's College
Hospital declaró a la prensa que Chambers ya
presentó una queja formal por la negligencia.
FUENTE:Testimonios
(familiayvida.com)
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Testimonio de Paula: una mujer ayudada
psicológicamente
tras su aborto
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Me quedaba un día entero de contracciones y parto
para expulsar a mi hijo muerto en el Centro El
Bosque de Madrid...
Testimonio de una
mujer atendida por haber realizado un aborto.
No más silencio presta ayuda
terapéutica tras el
aborto.
"Yo era una chica normal, buena estudiante, de una
familia de clase media pero con un problema de
alcoholismo de mi padre que marcó mucho mi
infancia y la de mi hermano, dos años menor que
yo. Desde pequeños supimos que pasaba algo en casa
pero entonces no sabíamos muy bien el qué.
Sabíamos que la tendencia era la siguiente: mi
padre llegaba a casa tarde, mis padres discutían
un poco, a lo mejor no se hablaban en dos días,
pero después todo seguía igual, como si nada
hubiese ocurrido. Nunca se hablaban los problemas
en mi casa. Creo que fue la forma en que mi madre
la pobre pudo continuar, olvidándose de lo que
había en casa. Creo que lo hizo muy bien con
nosotros dos a pesar de los problemas que el
alcoholismo de un familiar genera.
Crecí siendo muy tímida y avergonzada del problema
de mi padre, siempre me hizo sentir muy insegura,
por si esto fuera poco además de no hablar de lo
de mi padre, yo tampoco hablaba de mis problemas
con mi madre por no preocuparla. Sabía que tenía
puestas muchas expectativas en mi hermano y en mí
y nunca quisimos preocuparla, sólo ser buenos
hijos. Como digo era la tónica general en mi casa,
nada malo se hablaba.
A los 15 años me enamoré locamente de un chico (mi
actual pareja), yo solo quería ser feliz y
olvidarme de los problemas de casa, sentía que él
me quería y yo estaba como loca.
A los 16 años me propuso mantener relaciones
sexuales y yo por esa falta de seguridad que tenía
me lance, sentía que si decía que no le defraudaba
(una vez más yo quería contentar a todo el mundo).
El resultado fue que me quede embarazada. Cuando
se lo dije a él se aterró, se le vino el mundo
encima, éramos unos críos y él en aquel momento no
supo ver otra opción que el aborto, me dijo que
hablara con mis padres cuanto antes.
Yo sabía lo que había en mi casa y tenía terror
solo pensar que diciendo eso les iba a disgustar,
sobre todo le iba a fallar a mi madre, así que lo
oculté hasta que estuve embarazada de 6 meses, a
mi novio le daba largas, le decía que ya había
hablado y que íbamos a poner remedio, que
tranquilo. La verdad que tampoco se atrevió a
venir nunca a casa de mis padres conmigo, creo que
le superó la situación. Yo en mi mente de niña no
se como fui capaz de olvidar el embarazo, pero
viví todo ese tiempo como si no estuviera
embarazada, es más, para mi no lo estaba.
Bueno pues evidentemente estas cosas tarde o
temprano se saben y cuando mi madre se entero se
quedó deshecha, todas las expectativas que había
puesto en mi, sobre todo en cuanto a mi formación,
se venían abajo. Así que se planteó el tema del
aborto como primera opción (claro que ella no
sabía que estaba de 6 meses), cuando se confirmó
mi estado y el tiempo de embarazo, nos dijeron que
donde yo vivía no había ninguna clínica que lo
hiciera, pero que en Madrid había una clínica “EL
BOSQUE”, que era especialista en abortos tardíos.
Hablamos con una asistente social, llamó a la
clínica y le dijeron que si iba al día siguiente
me lo hacían.
A todo esto yo no decía ni mu, nunca decidí nada,
no me sentía capaz. Y para que mi madre tomara la
decisión se dieron tres tristes circunstancias:
1-mi madre quería mi felicidad y pensaba que si
tenía un hijo a esa edad no iba a ser feliz como
no lo era ella, quería para mi lo mejor y se
equivocó. 2-una prima mía (esto lo supe después
del retiro) aborto hace 20 años también un
embarazo de 6 meses y nunca tuvo ningún problema
físico ni psicológico, se caso tuvo dos hijas y
todo normal hasta ahora. 3-nos aseguraron que
físicamente no había ninguna problema porque la
clínica estaba especializada y saldría como si
tuviera la regla, todo muy fácil, por supuesto de
los psicológico no te hablan y por supuesto cuando
actúas bajo el miedo no piensas realmente lo que
vas a hacer.
Pues bien llegué a la clínica, me hicieron una
ecografía y me dijeron que me lo hacían, que
estaba dentro todavía de los límites legales. Me
dijeron: -te va a doler un poco la barriguita, yo
pensé: -bueno un poco vale, tampoco quería
defraudar a mis padres y echarme atrás. Fue la
única información que tuve sobre como iba a
transcurrir todo. Me pasaron a una consulta con
una psicóloga que recuerdo como sonreía y mascaba
chicle, al entrar me dio unos test ya hechos y me
dijo que si estaba de acuerdo, recuerdo que eran
test sobre mi imagen física y el rechazarme a mi
misma. Con el dinero por delante, mucho por
cierto, me bajaron a una habitación (yo ya iba en
ayunas como me habían dicho), me dieron un
camisón, un gorro y unos patucos. Me lo puse y
esperé en la cama de la habitación, mientras
estaba allí el mismo ginecólogo que después vi en
el quirófano entró en la habitación y sonriendo me
acarició la barbilla y me dijo "¿tienes miedo?",
todavía no entiendo aquello, ¿qué esperaba, que
estuviese cantando? ¿y aquella sonrisa?
Me llevan a quirófano y el anestesista me pregunta
cuánto pesaba mas o menos, me echan en la camilla
y solo recuerdo la mascarilla de oxigeno. Me
despierto en la habitación y tengo gasas mojadas
en la vagina y estoy sondada. Me explican que me
han pinchado la bolsa de líquido y por eso están
las gasas mojadas. Yo pensaba que al salir del
quirófano todo habría acabado, pero me quedaba un
día entero de contracciones y parto para expulsar
a mi hijo muerto. Y todavía una enfermera me reñía
porque gritaba mucho y asustaba a las demás. Creí
que me volvía loca de dolor, solo quería que
aquello parase. Después de un montón de horas
expulsé a mi hijo y vi que la enfermera se lo
llevaba en una especie de plástico. Esa imagen
estará en mis retinas para siempre. Después
expulsé la placenta y pasé la noche en la clínica.
A la mañana siguiente me hicieron una ecografía
para ver si había quedado algo por expulsar, yo
solo pensaba: -¡no, por Dios, que se haya acabado
todo! Estaba todo bien, me quitaron la sonda, me
dieron de desayunar, una medicación y para casa
que según ellos no pasaba nada.
Fue tan traumático que lo olvidé todo, seguí con
mi pareja y nunca hablamos del tema para nada
hasta los 23 años que tuve un recuerdo de ese día
y empecé a tener problemas de ansiedad. Caí en una
depresión, me recuperé y volví a olvidarlo todo
hasta los 25 que tuve otra depresión de la que
también me recuperé y esta última a los 28 en la
que por fin he puesto remedio a tanto dolor
gracias a No Más Silencio y su terapia. Hablé con
mi pareja, le conté cómo había sido el aborto
porque parecerá increíble pero no sabía nada, y
conseguí perdonarle, porque todos estos años sin
saber lo que me ocurría estuvo al píe del cañón y
si no fuera por él yo no estaría aquí, fue mi
bastón.
Le conté cómo había sido la terapia y también se
quedo muy tranquilo. Ahora nos vamos a casar y
solo esperamos seguir con nuestra vida sin
olvidarnos de nuestro hijo Hugo que siempre va a
estar en nuestros corazones.
Con esto quiero dar esperanza a mujeres que han
abortado porque aunque no lo parezca hay solución,
yo me estoy recuperando 12 años después del
aborto, y también quiero decirle a las mujeres que
están pensando en hacerlo que piensen bien lo que
van a hacer porque ese día empezarán a morir por
dentro. En cuanto a las clínicas abortivas, pido
que informen sobre lo que va a ocurrir, porque a
veces el miedo te ciega, que nos expliquen también
las consecuencias, pero me parece que es un
negocio muy lucrativo como para empezar a
informarnos.
Ánimo a todas las que habéis pasado por esto: hay
esperanza."
Paula.
FUENTE: Testimonios-(vozvictimas.org)
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27 semanas
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"Yo aborté hace ya diez años.
Cuando se llevaron el bote con los restos
de mi hijo sentí que me arrancaban la vida” |
El seis de febrero Esperanza fue protagonista en La
2 de Últimas preguntas, y los frutos de tan valiente
testimonio no se hicieron esperar. Una chica de 25
años, abandonada por su pareja y embarazada de 12
semanas, vio el programa y dejó de pensar en
abortar. Otra, de 21. Y una tercera de 36, con cita
para abortar, decidió no hacerlo. Las tres se
pusieron en contacto con la
Asociación Víctimas del Aborto,
llamando al teléfono 637 110 328.
Esto hace reflexionar. Desde que Esperanza saltó al terreno de
juego, cambiado el signo del partido. Pero, ¿cuántos
abortos no se habrían ejecutado si se las hubiese
informado antes? ¿Por qué nunca se ha hecho?
Tenía miedo, y como te ofrecen esto, pues te lo
planteas.” Son palabras de Mª Esperanza Puente
Moreno, portavoz de la Asociación Víctimas del
Aborto, dedicada a ayudar a las mujeres que sufren
el síndrome post-aborto y de las que el mundo se
olvida tras pasar por caja y por el quirófano.
Por Jesús g. Sánchez-Colomer
Soy portavoz de las Victimas del Aborto porque soy
víctima.
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Nunca nadie me informo
de las consecuencias
psicológicas que iba a
sufrir tras abortar
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Éste es el comienzo del relato de Mª Esperanza Puente, que
cuenta a ALBA los recuerdos de la que ha sido la
experiencia más dura de su vida: el aborto de su
segundo hijo hace ahora diez años.
Lo cuenta para que otras mujeres no cometan el mismo
error. Es un testimonio doloroso, desagradable,
pero, no podía ser de otra manera, es un relato que
rebosa Esperanza, para muchas mujeres y para sus
hijos.
La situación
Te voy a explicar por que soy víctima. Yo era joven
y estaba sola. No tenia nadie a quien acudir. Tienes
un problema importante, estas sola, llena de miedo,
y como te ofrecen esta posibilidad, te lo empiezas a
plantear. El tiempo aprieta cada día que pasa y tu
sigues sola. Así que llame por teléfono a la clínica Dator.
Yo estaba de tres meses y me dieron cita para el día
siguiente, como con prisa, lo cual es normal, porque
cuanto mas tiempo tengas para pensar, para
reflexionar, menos les conviene a ellos; no en vano,
los abortistas viven, y muy bien, del drama de estas
mujeres.
Al día siguiente fui a la clínica. Es algo extraño
porque tu no quieres ir, pero la soledad te lleva,
no te queda otra, es lo único que te ofrecen.
Yo esperaba algo de información, y lo que me
encontré en la Dator fue una situación surrealista.
Allí no hay una mirada amable por ningún sitio, hay
mucha frialdad.
En la gente, en el ambiente.
Ni una sonrisa. Te pasan a una sala de espera en la
que solo se oyen murmullos, y se tiene una visión
tétrica: las caras de las mujeres que allí estamos.
Esas caras no se me olvidan nunca. !No quiero!
Esperanza asegura que incluso después de tanto
tiempo, tu mente guarda recuerdos que crees olvidar,
impresionantes, pero tu conciencia humana natural te
indica que no esta bien lo que has hecho.
Eso esta ahí y por un motivo sin determinar, salta
en tu cabeza en un momento dado.
Entonces comienza el mayor sufrimiento psicológico
al que se puede enfrentar una mujer: el síndrome
post-aborto, el hecho de asumir la muerte no natural
de su hijo en su propio seno. No necesitas ser
creyente ni nada. Es algo irreversible que has
hecho, que queda ahí para siempre, latente, pero que
salta algún día. Lo has hecho, no tiene remedio y
eso es algo que no te cuentan en ningún sitio.
Por eso soy victima. Esperanza ha contado esta
historia varias veces en los últimos meses, y aun
así tiene que recuperar el aliento para enfrentarse
al relato, porque espera que ayude a muchas mujeres,
y cuya parte mas dura comienza en un primer
reconocimiento.
El medico no te dice absolutamente nada.
Mientras te examina, por supuesto tu no ves la
pantalla del ecógrafo. Verifica una serie de cosas y
te mandan de vuelta a la sala. Tu miras las caras.
Las chicas mas jóvenes recuerdo que lloraban bajito,
sin hacer ruido. Nadie comentaba nada con nadie y
reinaba el silencio, cuando en tu interior gritabas
muy fuerte: !no quiero! Pero son gritos ahogados,
que no escucha ni quien tienes al lado, solo los
oyes tú.
Entonces pasas al psicólogo y esperas que te diga
algo, y no te dice nada. Quieres que te digan que no
lo hagas. Pero al revés, te dicen que no pasa nada,
que es algo muy sencillo, muy fácil, y que cuando
acabes, te vas a casa como si nada, cuando la
realidad llega después. La cosa es que el psicólogo
te descuadra todo, porque esperas una mínima
explicación, y allí no te dan ninguna. Esperanza aun
se muestra sorprendida, diez anos después, al
recordar el trato de un psicólogo únicamente
preocupado en que pasara al quirófano para poder
cobrar, sin importarle su situación, ni las
consecuencias ni nada de lo que rodea a una mujer
que, bajo tanta presión, se somete a un acto tan
duro.
Luego se olvidan de ti: “Te pregunta qué tal estás,
que con la cara que llevas no hace falta ni que
contestes, y te dice que tienes que firmar un
consentimiento informado.” Este documento es de
obligado cumplimiento cada vez que una persona se
somete a una intervención. La vigilancia y el
interés que se pone en este documento es extremo,
pues de él depende que una persona acepte o no el
someterse a una intervención médica, sabiendo
siempre sus posibles consecuencias. Para ello la
información médica ha de ser rigurosa, transparente
y completa, “algo que no se da en el abortorio,
porque no te explican nada sobre las consecuencias
psicológicas que se pueden dar. Al revés, se da por
hecho que tú quieres abortar, que no vas a sufrir
consecuencias negativas psicológicas.
Ni se preocupan por eso, y eso es real. En el
documento escrito que te dan no dice nada de las
consecuencias psicológicas o de los posibles traumas
que pudieran darse, ni siquiera lo menciona como
posibilidad. Te dicen que no pasa nada, que es muy
rápido y que en cuanto acabe, te vas a casa, como si
nada. En ese momento te sientes totalmente ida,
desamparada. No eres persona. No te preguntan por
qué puede suponer un mal para ti el seguir adelante
con tu embarazo, que se supone que es el supuesto al
que te acoges. Te informan menos que cuando te vas a
sacar una muela. Te lo hacen y se olvidan de ti. Y
tú apáñatelas como puedas.
La intervención:
“Tras hablar con el psicólogo te
vuelven a pasar a la sala.
Estás desorientada. Al rato te vuelven a llamar y te
dicen que te desnudes, sin pudor alguno; no te dan
una bata ni nada, y vas desnuda hasta la camilla, y
una vez que te colocas igual que si fueses a dar a
luz, entra el médico. Recuerdo que tras ponerme una
anestesia local, me dijo que como no me
tranquilizase, íbamos a estar hasta mañana, y que me
iba a doler más. Hizo la intervención. Es rápida y
muy molesta. Yo estaba mirando al techo gritando
¡pare!, pero sin gritar. Quería salir corriendo de
allí, pero no puedes. Es tan duro asumir lo que está
pasando como la manera en que está pasando. Al
tiempo que el médico hace su trabajo, las enfermeras
tienen una conversación paralela.
No están pendientes de ti.” Esperanza, mientras se
acerca a esta parte de su relato, ya no puede
contener las lágrimas, y a duras penas prosigue con
lo más atroz del aborto, que fue ver los restos de
su hijo metidos en un bote: “Lo echan en un
recipiente de cristal y se queda ahí, apartado en un
lado. Tú lo ves. Es curioso cómo antes del aborto no
te dejan ver la pantalla del ecógrafo por si te
arrepientes, pero una vez que estás en la camilla,
les das igual. Lo dejan allí apartado, lo ves. Si
estás de tres meses, no ves sólo líquido.
Yo vi trocitos de carne.
Luego una enfermera se lleva el bote. En ese momento
es como si te arrancasen con él la vida. Lo sientes
aquí dentro”, dice Esperanza golpeándose el pecho,
“tu vida se va tras el recipiente, y ya no vuelves a
ser la misma nunca. Te han arrancado de cuajo tu
personalidad, tu vida, tu integridad.
Lo notas salir de dentro.
Y se lo llevan como el que carga un saco de patatas.
Esa imagen no se te borra de la mente en la vida.”
Esperanza continúa con el testimonio sin parar,
porque si para, se viene abajo. Se lo sabe casi de
carrerilla de haberlo repasado quién sabe cuántas
veces en su memoria.
“Te vistes como puedes, sola, nadie te ayuda, y
pasas a una salita diferente a la anterior, porque
no permiten que las chicas que están esperando vean
cómo te sacan de allí. Al final aparece una
enfermera, te pregunta si te mareas, y si le dices
‘no’, te contesta: ‘Pues hala, ya puedes irte a
casa’.” En la calle “Quieres salir a ver si te da el
aire, pero dentro te has dejado algo, no estás
entera, y se te cae el mundo. No sé ni cómo llegué a
casa. Era viernes y estuve los tres días metida en
la cama, sin levantarme ni para comer ni para ir al
baño. Pero llega el lunes. Así que te levantas, te
vistes, y te vas a trabajar.
Como si nada. Eres otra, pero la gente no lo sabe.
Es imposible llevar algo así.” Sobre el síndrome
post-aborto, Esperanza apunta como factor
determinante el “no poder perdonarte. De las chicas
con las que he hablado yo, les pasa de todo. Algunas
ven a lo mejor un niño de cuatro años, que es la
edad que debería tener su hijo, y se echan a llorar.
Es algo que puede salir enseguida, a los cinco años
o a los veinte, por un programa de TV, o por algo
que cuenta una vecina. Eso está latente ahí, y un
día salta. Entonces prepárate, porque en España
nadie da ayuda para superar esta patología. Estás
sola.
Manipulación “Los médicos del Estado no ofrecen
ayuda, el Estado no informa, los medios de
comunicación manipulan. Te lanzan el mensaje de que
abortar es libertad, es progreso, de que no pasa
nada. Por lo que no puedes contar tu caso, porque te
tratan como si fueses rara. Te hacen un juicio.
Pero los medios de comunicación deben informar. ¿Por
qué no se televisa un aborto? Hemos visto imágenes
de todo tipo, pero jamás hemos visto un aborto.
Nadie dice qué es lo que pasa allí. Hablan del
aborto como si no fuese nada, como si fuese normal,
y eso te hace daño; lo que dicen respecto al aborto
el Estado y los medios es todo mentira. Por favor,
que empiecen a hablar, a decir la verdad.
A llamar al pan, pan.
Que sean valientes. Hoy te venden que tienes que ser
joven, divertirte, que cómo vas a atarte con un
hijo... ¡Ahí se habla de hijo! Ésa es la
manipulación.
Si es hijo para atarte, es hijo también para hablar
de abortar, guste o no guste. Los conceptos hay que
aclararlos, porque no tenemos ni idea.” Esperanza ha
terminado el testimonio de algo que le sucedió hace
ya diez años. En este tiempo ha solicitado ayuda
médica, y nadie se la ha dado excepto la Asociación
de Víctimas del Aborto de la que ahora es portavoz,
una asociación que “sí es feminista, porque el
aborto es algo que nos afecta a todas las mujeres,
ya que es en nosotras en el lugar donde se transmite
la vida, o donde se elimina”. Lo dice una víctima
que se ha atrevido a contar los que casi nadie dice:
el aborto es un mal; posiblemente, el mayor de
todos.
Por darnos tu valiente testimonio, gracias
Esperanza.
Del 19 al 25 de febrero de 2005 // Semanario ALBA
FUENTE:
Testimonios-(
vozvictimas.org)
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28 semanas
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"Yo
aborté y nunca volvería a hacerlo. En la clínica Isadora de
Madrid me trataron fatal"
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Tan solo llevaba
viviendo tres meses en España cuando me quedé
embarazada. Tenía 24 años, y ni mi esposo ni yo
quisimos decírselo a nuestra familia de Marruecos.
Pero estábamos convencidos de que era imposible
tenerlo: no conocíamos el idioma, no teníamos
permiso de residencia, ni trabajo, ni muchísimo
menos dinero. Así que, cuando mi embarazo estaba ya
en su segundo mes, tomamos la decisión de no seguir
con él. ¿Qué más podíamos hacer? ¿Quién
nos iba a ayudar?
Nuestros parientes
y amigos en España nos aconsejaron acudir a los
Servicios Sociales para solicitarlo. Estábamos muy
angustiados, pero a pesar de no tener papeles ni
recursos económicos, lo conseguimos. Los trámites se
alargaron hasta que rocé el cuarto mes de embarazo.
Fue entonces cuando los Servicios Sociales de la
Comunidad de Madrid consiguieron tramitar el aborto.
Y pagármelo, claro.
En la "clínica" Isadora de Madrid me dieron la hoja de
consentimiento informado unos minutos antes de
entrar en el quirófano. No me dijeron que la leyera:
me pidieron que la firmara directamente. A pesar de
ser extranjera, entendí algunas de los peligros para
la salud que leí de un vistazo. Me dio igual. Mi
decisión estaba tomada ya.
Como la anestesia
fue total, me desperté sin recordar nada de la
intervención. Pero de lo que estaba segura, sin el
menor asomo de duda, es que lo que se había perdido
para siempre era un niño. Mi hijo.
A las pocas horas
me fui de la clínica. Al menos me dieron un teléfono
de urgencias al que llamar. No sufrí ninguna
hemorragia, así que no tuve que volver por allí.
Pensaba que al salir de la clínica todo habría
terminado. Pero no fue así. Empezaba algo mucho peor.
No podía conciliar
el sueño. Lo único que hacía era pensar en el niño
que ya no estaba dentro de mí. Sabía que había
tenido vida en mi interior y que ya no la tenía.
Comencé a sufrir insomnio, pesadillas, a llorar
incontroladamente, a recordar a mi hijo cada mes que
pasaba. Estaba convencida de que no podría aguantar
esta tortura. Mi carácter empezó a alterarse y yo no
era capaz de controlar mi temperamento. Me daba
miedo enloquecer.
Y pocos meses
después una noticia cambio todo de nuevo. Me quedé
embarazada otra vez, y mi situación era muy parecida:
sin trabajo, sin papeles, con lo básico para
sobrevivir. La única persona que nos ayudaba era una
tía de mi marido. Por lo demás, estábamos solos. Mi
esposo quiso llevarme a un Centro de Salud para
solicitar otro aborto. Pero esa vez me negué sin
dudarlo. No luchaba solo por mi hijo. También lo
hacía por mí: sería incapaz de resistir de nuevo un
aborto y sus consecuencias. Le dije a mi marido que
tendría ese niño incluso por encima de mi matrimonio
si fuese necesario. Hasta pensé en el divorcio.
Pero mi esposo,
aún así, concertó una cita en los Servicios Sociales.
Así que una noche me levanté y estuve caminando
durante todo el día. Cuando volví a casa, le dije:
“Yo le alimentaré y le vestiré. Incluso le querré si
tu no eres capaz de hacerlo”.
Y hoy estoy
embarazada de ocho meses. Está claro que la historia
acaba bien. Mi marido está ahora contento. Y yo
estoy mucho mejor.
FUENTE: Testimonios-(
vozvictimas.org)
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29 semanas |
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Yo aborté hace dos
años en Andalucía. |
Yo aborté hace dos
años en Andalucía. ¿Quieres conocer mi historia?
Reproducimos aquí, por su gran interés, el
testimonio de una mujer joven que sufrió un aborto
provocado hace dos años en Andalucía. Lucía
Fernández es española. Ahora tiene 30 años. La
entrevistamos recientemente para que nos contara qué
es el aborto y cómo lo vive la mujer.
_Cuéntanos como empezó todo.
_He tenido dos embarazos. El primero terminó en
aborto provocado. El segundo, una niña. Sobre el
primero, pues sucedió lo “típico”. Estaba con mi
pareja, pasa lo de las relaciones sexuales y
quedarse embarazada... y él dice que lo de tener
hijos lo dejemos para más adelante, que somos
jóvenes. Estábamos ya mal, estábamos muy mal y yo no
me imaginaba lo que iba a pasar después...
_¿Cómo te enteraste de que estabas
embarazada?
_Por la prueba del embarazo. La compré en la
farmacia: Predictor®.
_ ¿Y tú querías seguir adelante?
_Yo estaba contenta con mi embarazo pero sabía que
él no querría tener al bebé. Él me dijo: “Lucía, que
somos jóvenes, hay mucho tiempo”. Añadía otras cosas
como diciendo “Si ahora lo tienes te voy a dejar”.
Una especie de chantaje, o sea, yo ya no tenía a
nadie en quien confiar, de ninguna clase, no tenía
amigas, no tenía a nadie, solo a él, y si me
dejaba...
_Estabas atada a él.
_Si, económicamente atada, atada y lo quería con
locura. Finalmente me convenció, le costó, le costó
bastante. Estaba cariñoso, cosa que no estaba nunca,
y hacía cosas que no hacía antes, besitos, muestras
de cariño frecuentes..
_Quería conseguir que accedieras a abortar,
claro.
_Claro, sí, exacto. Él decía que no tenía dinero,
estaba todo el día quejándose de que no teníamos
medios y en cuanto se enteró de que estaba
embarazada, ya tenía el dinero preparado para el
aborto.
_¿Sabes cuánto costó?
_Pagó él, 240 euros creo (unas 40.000 pesetas).
_Y vosotros ¿estabais solos? ¿él y tú? ¿No
había otra gente que te pudiera ayudar para tener al
niño?
_No, no, yo estaba sola, no encontré ayuda. Él sí
tenía relación con su familia, yo no.
_
¿Cómo fue el aborto?
_Fui totalmente bebida al aborto… porque no quería
hacerlo. Realmente estaba muy presionada… El día que
fui me hicieron todo: ecografía, visita del
psiquiatra y luego el ginecólogo que me lo hizo. No
sé, era como que el médico tenía miedo, me hacía
muchas preguntas como “¿Por qué venís a esta
clínica?” Parecía que tuviera miedo de estar
haciendo el aborto. Creo que era argentino. Nadie me
ofreció otras alternativas al aborto ni me contaron
lo que iba a sufrir después por ello. He conocido
ahora que tenía derecho a conocer las repercusiones
y las secuelas que podía tener por ley, pero a mí no
me dijeron nada de esto. ¿Por qué?
_
¿Cuál fue el método abortivo que usaron contigo?
_Me hicieron el aborto con el método de aspiración.
Con el aspirador es como si te arrancaran un
trozo... es que tú sientes que te están arrancando
parte de tu cuerpo. ¡Es horrible!
_
¿Has tenido tristeza o lo que se llama la
depresión del aniversario, es decir, al año de la
operación o en la supuesta fecha de nacimiento del
niño?
_Empecé a beber alcohol, comencé a encontrarme fatal
de ánimo, todo por el aborto. A mí, cuando veo a un
niño de unos cuatro o cinco años, pues se me escapan
las lágrimas. Es la edad que tendría mi hijo si
viviera… Lo del aniversario del aborto y su fecha de
nacimiento lo sufro mucho. He tenido un intento de
suicidio.
_
¿Has pasado noches sin dormir con ansiedad?
_Después del aborto he tenido mucha ansiedad, sí.
_
¿Y cómo acabó la relación con él?
_El otro embarazo fue precisamente por el
remordimiento que tenía, buscando, pensando, que iba
a reparar. Estábamos muy mal ya. Finalmente dejamos
la relación.
_
¿Con el embarazo de la niña, has tenido
sueños de que perdías a la niña o algo relacionado?
_Soñaba que me quitaban a la niña, todos los días
soñaba que venía la policía y se la llevaban, que yo
no era digna de tenerla. Estuve tomando durante el
embarazo Valium®. Cuando nació la niña, ésta tuvo
algo de síndrome de abstinencia. Ahora necesito
tomar Orfidal® para dormir.
_
En relación con los médicos, ¿qué nos
comentas?
_Tengo pánico a los médicos, ¡ufff!! Para una
revisión ginecológica, al final ha tenido que ser
una mujer ¡una mujer! Pero sólo porque era una
mujer, era incapaz de que me viera un hombre después
del aborto.
_
¿Tú eras una persona religiosa?
_No, no lo era. Era atea. Yo era muy “feminista” y
lo veía sólo desde el punto de vista de la mujer. Un
punto de vista falso e imparcial. Ahora no, ahora
veo al niño.
El aborto que cometí no quiero intentar olvidarlo,
es una cosa que está ahí y la asumo. Es que no
quiero quitarle la importancia que tiene. Es como
quien mata a alguien y con estar cuatro años en la
cárcel ya está todo bien. Uno tiene que reparar y
seguir mirando hacia delante, pero asumir que ha
hecho cosas mal. El aborto es algo muy malo para la
mujer.
Yo creo que fui responsable de este error pero tuve
un margen de elección muy pequeño: cuando lo veo
ahora… creo que realmente no tuve la suficiente
libertad como para poder elegir lo mejor para mí. No
había tiempo que perder y con tanta presión de mi
pareja… y la falta de ayuda de los médicos de esas
clínicas abortistas… Cuando me vieron que fui a
abortar totalmente borracha debían haberse dado
cuenta de que no quería realmente hacerlo. Pero esos
médicos mataron a mi hijo y me hicieron cómplice de
algo horrible… cosa de la cual me arrepiento y le
pido a todo el mundo que no dejen que se siga
haciendo.
El aborto no soluciona nada, es otro problema más y
encima, han hecho un negocio conmigo y con mi
difunto hijo."
Publicado con nota de prensa de AVA
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32 semanas
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Primera persona: el problema del aborto
en una pareja de estudiantes
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Raúl, 23 años, estudiante:
“Ni miramos la ecografía. Era de seis
semanas. En dos horas abandonamos la
clínica”.
La historia: Un embarazo no deseado
Los protagonistas: Raúl y Rosa. Estudiantes.
Sus edades: 20 años (ella), 23 (él)
El desenlace: Un aborto ¿evitable?
“Me considero un chico como tantos”
Soy un estudiante normal. Me gusta viajar,
el deporte, escribir, la música.
Divertirme con mis amigos... Soy de
izquierdas. Me siento comprometido con las
personas más desfavorecidas y no soporto las
injusticias. He sido voluntario en varias
ong´s .
Desde los 17 años mantengo relaciones
sexuales. En todo momento he tenido
precauciones. Usando preservativo estaba
seguro. Así me lo habían transmitido mis
amigos, los anuncios de la televisión, la
sociedad... Y los compraba en farmacias
porque me fiaba más”.
“Empecé a salir con Rosa: conectamos
enseguida”
Conocí a Rosa tras romper con otra chica.
Conecté pronto con ella: me
comprendía y no se enfadaba cuando yo
necesitaba salir solo con mis amigos.
Con ella estaba -estoy- muy a gusto. Al mes
y medio de salir juntos “surgió” tener
relaciones sexuales.
La historia trágica vino después. Se debió
romper el preservativo sin darnos cuenta y
tuvimos la mala suerte de que coincidió con
sus días fértiles.
Otras veces, si notábamos que algo no iba
bien, cambiaba de preservativo o parábamos
porque ya no nos apetecía seguir. Pero esta
vez fue distinto.
“A los dos meses de conocernos, tuvo una
falta”
Rosa tuvo su primera falta. Ella me decía:
“Tranquilo, ya me vendrá (la regla); algunas
veces he tenido retrasos”. Pero los días
pasaban y a las tres semanas la acompañé a
la farmacia para hacer el test del embarazo.
Dio positivo. No me lo quería creer pero
ella estaba embarazada.
Rosa se puso a llorar y yo estaba perplejo
pero la abracé, la besé y le dije que estaba
con ella y que no la iba a dejar. Sólo
llevábamos dos meses saliendo –estaba
conociéndola- y esto nos parecía tan poco
tiempo que nos influyó para no seguir
adelante con la gestación.
¿Qué hacemos? ¡Como diga algo en casa me
matan!”, me dijo ella.
Mi madre me había dicho en varias ocasiones:
“Si dejas a una chica embarazada me das el
mayor disgusto de mi vida”.Así que me callé
¿Cómo iba a explicarles que sí, que estaba
esperando y sólo con 20 años? Teníamos mucho
miedo.
“No dijimos nada en casa y fuimos a la
clínica”
Optamos por no explicar nada a nuestros
padres y solucionarlo por nuestra cuenta.
Pensé que es la chica la que debe decidir si
quiere continuar con la gestación y el chico
tiene que apoyar su decisión. (Han pasado
siete meses y ahora creo que el chico tiene
mucho más que decir). Al día siguiente nos
volvimos a ver. Le dije que no me separaría
de ella de ningún modo. “Yo ahora no me veo
preparada para ser madre”, me dijo. Yo le
respondí que si ella no lo quería tener, no
tendría por qué hacerlo. También pensé que
cuanto antes procediéramos al aborto antes
nos libraríamos del problema y
que había que actuar rápido: había oído que
al avanzar el embarazo, había mayor peligro
para la salud de ella.
Dos días después estábamos en la recepción
de una clínica pidiendo una cita para la
interrupción voluntaria del embarazo.
(Cuando recuerdo el momento, se me pone un
nudo en la garganta). Nuestra actitud era de
resignación. Un amigo a quién consulté me
dijo que abortar era lo mejor.
Tras varias preguntas, la enfermera nos dijo
que Rosa estaba de cinco
semanas. Y que “en ese estado costaba 300 €
con anestesia local y 390 € con anestesia
general”. Elegimos la segunda y pagamos la
factura a medias y por adelantado con
nuestros ahorros. Tuvimos cuatro días de
espera que los pasamos resignados
convencidos de que no teníamos otra
solución. Yo me sentía como atontado, sin
poder pensar con claridad. A Rosa le pasaba
lo mismo. Sólo se lo contó a un par de
amigas”. También recuerdo con los pelos de
punta cuando ella me dijo que sentía mucho
que yo estuviera pasando por todo esto por
su culpa...
“No quisimos ni mirar la ecografía. En dos
horas se acabó todo”
Esa mañana nos saltamos una clase y quedamos
para ir a la clínica. Antes de la
intervención nos entrevistó un psiquiatra
para asegurarse de que ella no deseaba
seguir adelante con el aborto. Un análisis
de sangre y una revisión ginecológica y...
es la parte más dura. Recuerdo tener los
ojos vidriosos y tristes. Entonces vino la
ecografía (era la primera del embarazo). Yo
no quise mirar la pantalla del ecógrafo. No
quería guardar esa imagen. Ella, por su
posición, tampoco pudo ver nada. “Está aquí;
es una gestación de seis semanas”, dijo el
médico.
Mientras esperaba en la sala, pensé que la
quería y me sentía muy culpable de que
estuviera pasando por esto. Pronto me
dijeron que ya podía verla. La enfermera nos
explicó que tenía que permanecer allí hasta
que se acabase el suero: una hora y media,
si se encontraba bien. Se encontraba
perfecta y sólo le escocía un poco. Al cabo
de un rato, se levantó, se vistió y en
cuanto estuvo bien, nos fuimos. Unos
antibióticos y una revisión a los 10 días y
todo acabó. ¡Ya se había pasado todo en
menos de 3 horas y a los cinco o seis días
de saber que Rosa estaba embarazada!.
A partir del mes, empezamos a sentirnos mal
A la semana, parecía que estábamos bien de
ánimo. Ni siquiera lloramos, y nuestra
relación siguió adelante. Pensamos que
íbamos a tratar de darle la menor
importancia, que no nos iba a volver a pasar
esto jamás. En realidad, sientes que te has
quitado un problema de encima los primeros
días. Sin embargo, a partir del mes, en los
dos comenzó a aflorar un sentimiento de
culpa por lo que habíamos hecho. Algo nos
decía que podíamos haber tomado otra
decisión. Te sientes aludido por mil cosas:
no paras de ver embarazadas por la calle, en
las películas todo te suena a embarazo, a
hijos... Siento que antes me veía a mí mismo
como una buena persona y ahora no me veo
así,
aunque creo que tengo un buen corazón.
“Rosa pasaba noches enteras sin dormir. Yo
también”
En casa me notaron más triste pero nada más.
No quería salir de copas con mis amigos, no
me apetecía jugar al fútbol...
Parece mentira que sólo hayan pasado unos
meses desde aquello pero me he dado cuenta
de que ahora pienso de una forma muy
diferente. Ahora sé que mi madre, a pesar
del disgusto, me habría ayudado. En aquel
momento creí que nuestros padres pasarían
mucha vergüenza y les iba a afectar a su
imagen social. Más que el dinero y el coste
de tener un hijo, me aterraba que mi
relación con Rosa fuera mal y el niño
estuviera en medio.
Veo todo diferente y, por ahora, no hemos
vuelto a tener relaciones
sexuales. En esto estamos de acuerdo los
dos. No tenemos ninguna prisa, queremos
cuidarnos, mimarnos, ponerle mucha calma a
nuestra vida. Deseamos
de algo tan negativo, sacar algo bueno.
Hemos llegado a la conclusión de que hemos
hecho mal con lo del aborto, y eso lo vimos
al mes de hacerlo. Ahora lo que quiero es
verla sonreír. Y si volviera a pasar, se lo
diríamos a nuestros padres.
“Tres meses después tuve que pedir ayuda”
¿Cómo salí de todo esto?
Tres meses después del aborto tuve que
buscar ayuda. Incluso, pensé en ir a un
psicólogo. Al final, recurrí a un cura que
conocía en mi parroquia que se portó genial
conmigo e intentó comprenderme y echarme una
mano. Fue una auténtica terapia para mí.
¿Qué me queda? Intentar ser el de antes:
ayudar, hacer reír a mis amigos. También
crear nuestra propia familia. En esto
estamos de acuerdo Rosa y yo”.
Sumarios
“Se te bloquea la mente, no puedes pensar,
ni analizar lo que te ocurre. Sólo deseas
que el problema desaparezca”.
“Cuando pasan las semanas, rebobinas y
analizas: ¿No nos habrían ayudado nuestros
padres? ¿Hemos hecho lo mejor? “
Los datos
En España, se practican al año 80.000
abortos voluntarios.
Un 50 por ciento de los embarazos en
adolescentes, menores de 20 años, acaba en
aborto.
El 59 por ciento de las mujeres que abortan
tienen altas probabilidades de sufrir
problemas psiquiátricos.
El 25 por ciento de las mujeres que abortan
ya había abortado antes.
Quién te ayuda en España.
Si estás embarazada y quieres seguir
adelante, pero necesitas ayuda acude a...Ong´s:
.Fundación Madrina: 902 323329
www.madrina.org
Adevida. En Madrid: Campomanes,10. Tel: 91
15482526. En Barcelona:
Bonaplata, 42. Tel: 93
Ver tambien:
www.nomassilencio.com
FUENTE: Testimonios-(
vozvictimas.org)
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33 semanas
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Seis mujeres relatan el
infierno en el que han estado
inmersas
tras terminar
con su embarazo
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El aborto no es una simple «operación
médica». Así lo confirman muchos testimonios
de mujeres que han pasado por esta
experiencia. El desconocimiento del síndrome
post aborto ha llevado a millones de mujeres
en el mundo a recurrir a él. Depresión,
pesadillas, actitudes agresivas, sentimiento
de culpa, pérdida de identidad o trastornos
alimentarios; éstas son algunas de las
consecuencias que conlleva la decisión de
acabar con una vida humana antes de nacer.
Varias mujeres han ofrecido sus testimonios
como prueba de que el síndrome existe y de
que se puede superar. Teresa Martín/Sara
Martín
Madrid- «El 98 por ciento de las mujeres que
ha abortado está trastornada por ello, ya
sea para toda la vida o por poco tiempo».
Esto lo asegura la estadounidense Nancy-Jo
Mann quien, en 1984, diez años después de
abortar, fundó la Asociación de Mujeres
Explotadas por el Aborto (WEBA). Abortó a
los cinco meses y medio porque su marido la
había abandonado, tenía dos hijos más y no
disponía de recursos. «Experimenté cómo mi
hija se retorcía dentro del vientre mientras
la ahogaban y estrangulaban para matarla»,
asegura. Después dio a luz a una niña muerta
que tuvo en sus manos hasta que las
enfermeras «la cogieron y la echaron a una
palangana». Su testimonio es uno más de los
que aparecen en el libro «Myriam... ¿por qué
lloras?» de la editorial Noticias Cristianas
que impulsa Jaime Solá. Un libro en el que
muchas mujeres relatan sus experiencias tras
el aborto.
Magda es otra de las mujeres que se quedó
embarazada debido a una violación y decidió
abortar después de muchas vacilaciones.
«Siempre dudé de mi decisión porque la
consideraba como un asesinato», afirma. «Mi
primer pensamiento después de abortar fue
¿Qué he hecho! , y quise suicidarme».
Aborto en la juventud. En los últimos años
han aumentado los casos de jóvenes que se
quedan embarazadas y recurren al aborto. Uno
de ellos es el de Mónica, una joven de 18
años que decidió abortar en Suiza cuando
estaba embarazada de un mes. Aún estaba
estudiando y su madre pensó que era la
solución más cómoda. «Después de la
intervención, el problema había
desaparecido». Diez años más tarde, Mónica
se casó y quiso tener un hijo, pero no podía
quedarse embarazada y tuvo que acudir a la
misma clínica en la que le habían practicado
el aborto. Finalmente consiguió ser madre y,
después de esa experiencia, Mónica se dio
cuenta de que podría haber tomado otra
decisión diferente al aborto.
Muchas de ellas se sintieron perdonadas
cuando se volvieron hacia Dios. Así lo
cuenta María Ana, que vio practicar por
primera vez un aborto justo en el momento en
que tenía que decidir si ella misma iba a
abortar. Estaba embarazada de diez semanas:
«Se podía apreciar el sexo y ya tenía uñas».
Después de abortar sus preocupaciones
económicas habían «desaparecido». Cuando
María Ana se casó empezó a arrepentirse de
su decisión y pensó que sólo Dios podría
ayudarla: «¿Cuánta paciencia y amor tiene
Dios con nosotros, y qué preciosa es cada
vida!».
Más tarde, María Ana tuvo que pedir perdón a
sus hijos «por haberles robado a sus dos
hermanas».
Otra de las mujeres que acudió a Dios tras
abortar tenía 21 años: «Perdí mi trabajo,
fui incapaz de tener ninguna relación y
comenzó mi dependencia de los calmantes y el
alcohol». Después de cinco años pudo
«aceptar el perdón de Jesucristo».
El silenciamiento del aborto. En todos los
testimonios del libro hay un elemento común:
ninguna sabía cómo se practicaba un aborto
ni conocía sus consecuencias. Las mujeres
que han abortado también acusan a los
médicos y a las instituciones de silenciar
la verdad sobre el aborto «y sus
consecuencias para la madre», en parte por
el lenguaje técnico de la medicina y también
por la terminología que «oculta y embellece
el suceso verdadero».
Aunque algunas mujeres abortaron varias
veces, acabaron deseando tener un hijo: «He
abortado cinco veces.. Con el sexto embarazo
ya no puede hacerlo. Hoy a los treinta y
tres años soy una ruina».
FUENTE: Testimonios-(
vozvictimas.org)
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33 semanas
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Testimonio de una especialista en ecografías |
En 1979 después de haberme practicado dos
abortos, comencé un entrenamiento en
ultrasonidos (ecografía o sonogramas) para
especializarme como radióloga. Cuando hice
el primer examen de ultrasonidos en una
mujer que tenía nueve semanas de embarazo,
pude ver en la pantalla la imagen de un niño
muy pequeño completamente formado y
moviéndose. Se veía saltar al feto y pude
identificar como el corazón le latía, sus
dedos y sus ojos. Podía medirlo, el feto
medía aproximadamente una pulgada y ya todos
sus órganos estaban formados. Lo que
contemplé fue para mí como si me diesen una
bofetada: en la imagen del ultrasonido vi un
reflejo de mi pasado. Desde entonces, todos
los días, cuando hago ecografías y veo a
niños por nacer vivos en el vientre de sus
madres, recuerdo mis propios abortos.
Durante un tiempo mis noches estaban llenas
de pesadillas y el día lo pasaba entre
súbitos ataques de ira, tristeza u
hostilidad. Puesto que recibí una educación
cristiana, un día recordé a Jesús, el amigo
de mi niñez. Fui a un lugar tranquilo en la
playa y le abrí a Él mi corazón. Derramé
lágrimas de arrepentimiento y le ofrecí a Él
todo mi dolor. Recé y le pedí a Jesús por
estos niños. Todo mi dolor, mi tristeza, la
ira y el odio que me embargaban
desaparecieron y fueron reemplazados por una
paz plena, paz que sólo puede provenir de
Cristo.
Nota: Shari Richard es autora del video "Una
ventana al seno materno", que distribuye
Vida Humana Internacional y presidenta de
Sound Wave Images (Imagenes de
Ultrasonidos), 2422 Harness, West Bloomfield,
MI. 48324, U.S.A.; (810) 360-0743.
FUENTE:Testimonios (familiayvida.com)
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36 semanas
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Una abortista vuelve
a la casa del Padre Por Carol Everett
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Les dije a los miembros de
mi iglesia que yo había matado a mi propio
bebé. Creí que ellos nunca podrían
perdonarme. En mi mente el aborto era un
pecado imperdonable.
Al terminar de hablar, para mi mayor
sorpresa, se me acercaron las personas que
me habían sacado del negocio del aborto y me
abrazaron con gran cariño. En su mirada
llena de ternura veía los ojos de un Dios
lleno de amor y de perdón. No podía creerlo
y me puse a llorar.
En ese momento, por medio de la aceptación
de Su pueblo, Dios me purificó con Su amor,
Su amor incondicional. Esa noche supe que la
sangre de Jesucristo derramada por mí en la
cruz me cubrió completamente todos mis
pecados. Ahora ya no era la "Dama
Escarlata", cubierta con la sangre de más de
35,000 niños abortados incluyendo a mi hijo.
La Dama Escarlata estaba ya cubierta con la
sangre de Cristo.
Nota: Carol Everett es autora del libro "Scarlet
Lady", y es presidenta de "Life Network",
17430 Campbell Rd., Suite 206, Dallas, TX.
75252, U.S.A.; (214) 931-2273.
Tomado de la revista "Celebrate Life"
Marzo-Abril 1996.
Una experta en psicología relata un caso
clínico En una ocasión llegó a mi gabinete
una chica joven, de menos de treinta años,
acompañada de una amiga. No podía estar sola
en casa, porque sentía miedo. Cuando estaba
en casa se cerraba con llave y decía que
sentía un temor tremendo. Se sentaba en un
rincón de la cocina y temblaba. No podía
dormir. Después de varias sesiones, me dijo
que los días 19 de cada mes eran horribles,
que tenía que ir algún familiar a estar con
ella hasta que llegara su marido. Al fin me
explicó que hacía unos cuantos años había
abortado y que el 19 de cada mes contaba
ella las "faltas" de la menstruación. Cuando
se perdonó a sí misma y pidió perdón a Dios
se sintió mejor.
FUENTE: María Pilar Ruiz Martínez, "Síndrome
post-aborto," VI Curso Nacional de Formación
1993, Asociación Jóvenes Pro vida de Bilbao.
FUENTE:Testimonios (familiayvida.com) |
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