Me da pena,
Señor mío,
que al nacer nadie te diera,
ni una habitación siquiera
de resguardarse del frío.
Siento,
hasta remordimiento
por aquella indiferencia,
!Que mal honran tu presencia!
!Que pobre es tu nacimiento!
Mas no me
atrevo a culpar
a las gentes de Belén
porque quizás yo también
lo mismo podría obrar.
Es
difícil de
entender,
Tu que todo lo creaste
viniste al mundo y no hallaste
ni sitio donde nacer.
Yo te doy
gracias Señor
porque en mi naciste un día,
y hoy canto con alegría
Que Cristo es mi Salvador.
Autor:
Daniel Nuño
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