AL NACIMIENTO
DEL MESÍAS
¡Cantemos
al Eterno,
Señor de las
alturas,
que por amor
al hombre
del cielo
descendió,
trayendo los
tesoros
de célicas
venturas,
de tierno y
dulce amor!
¡Humilde vino
al mundo,
sin séquito ni
gloria;
su cuna es el
pesebre,
la cruz su
porvenir;
el drama del
Calvario
ya vive en su
memoria...
nació para
sufrir!...
¡Oh Niño, que
desciendes
hasta mi baja
esfera,
naturaleza
humana
tomando por mi
bien;
mi corazón, mi
vida,
mi alma toda
entera
contigo
siempre estén!
Fermín Borobia
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