.
parte del versículo, véase 10:1;
15:20. Podrá llamársele 'filósofo',
que significa 'amigo de la
sabiduría', pero el verbo hebreo
para 'amar' es aquí más fuerte que
el griego; además, la sabiduría
semita, bíblica, es práctica, no es
meramente especulativa como solía
ser, con pocas excepciones, la
filosofía griega. Cohen hace notar
que la sustitución de 'hijo' por
'varón' en este proverbio podría dar
a entender un hijo ya mayor que es
el sostén de sus padres, por lo que
éstos se alegran de que no gaste su
dinero con rameras (comp. Lc.
15:30), quienes le arruinarían el
alma, el cuerpo y la hacienda.
Versículo 4
Por medio de ¡ajusticia el rey
afianza, esto es, estabiliza y
hace prosperar, su país, pues
se asegura la paz, se respetan las
libertades y las propiedades de los
súbditos e impera el orden en la
sociedad. Mas el que lo carga de
impuestos lo destruye, lo
arruina. El vocablo hebreo para
'impuestos' significaba la parte de
las ofrendas en los sacrificios que
se asignaba a los sacerdotes, pero
en Ez. 45:13, 16 indica los dones
presentados al príncipe de
Israel. Es curioso -nota del
traductor- que Salomón diga esto (V.
Mt. 7:3-5), cuando él mismo cargó de
impuestos al país (V. 1 R. 4:7 y ss.;
12:4). Es muy probable que Salomón
escribiera esto antes de caer él en
el mismo vicio. El caso es muy
frecuente.
Versículo 5
El hombre que lisonjea (Lit.
suaviza, ya sea sus palabras o,
más probable, la senda, haciéndola
resbaladiza) a su prójimo
para atraérselo y conseguir de él
algún favor no según justicia, le
está incitando al pecado, le
tiende un lazo; sin embargo,
tanto Cohen como Ryrie opinan (nota
del traductor; en efecto, guarda
mejor el paralelismo y conecta con
el v. 6) que se trata de los
pasos del propio adulador (comp.
con 26:27; 28:10).
Versículo 6
Un pecado es tentación para otro
pecado y hay calamidades que, como
un lazo, caen de repente
sobre los malvados en medio de sus
transgresiones. Esos lazos echan a
perder todo el placer que los
malvados hallan en sus
transgresiones; pero los justos son
preservados de tales lazos, caminan
en libertad y, por eso, cantan y
se alegran.
Versículo 7
El juez justo conoce (es
decir, considera, investiga y
reconoce) la causa (lit.
el juicio, el derecho) de los
pobres, de los desvalidos. Todos
deben tener consideración con los
pobres (V. Sal. 41:1), pero los
jueces tienen un deber especial por
el cargo que desempeñan. El sentido
de la justicia debe hacer a los
jueces y a los abogados tan
solícitos y laboriosos en la causa
del pobre como si se tratase de un
magnate de quien esperasen grandes
beneficios. Mas el juez
malvado no entiende conocimiento (lit.),
no presta atención a los
derechos de los pobres, de los
desvalidos, porque carece del
discernimiento necesario para
reconocerlos (V. Job 29:16).
Versículo 8
Comp. este v. con 11;11; 22:10,
especialmente con el segundo. Los
escarnecedores siembran el
desorden y la confusión, pues no se
paran a pensar en las consecuencias
de sus acciones; se burlan hasta de
pensar con reflexión, se burlan de
ser refrenados por leyes y
constituciones; quebrantan la
palabra dada, porque se burlan de
verse ligados por sus propias
palabras. En cambio, los sabios
calman la ira, es decir, se
esfuerzan en suavizar diferencias a
fin de que impere una atmósfera de
paz.
Versículo 9
Si un sabio contiende con otro
sabio, puede esperarse entendimiento
entre las partes y que se resuelva
el asunto amistosamente; pero, si
contiende (hebr. nishpat,
contender enjuicio) con un necio,
no habrá arreglo posible, no
habrá quietud (lit.) de
ánimo. Lo mismo da que el necio se
enfurezca o se burle de lo que se le
dice; no sacará nada de él. Si se
entiende del sabio (el sentido es
ambiguo), ya se enoje o se ría,
lo mismo si toma en serio que si
toma a broma el tratar con tal
necio, ningún bien sacará con ello,
sólo perderá la calma propia del
hombre prudente.
Versículo 10
Los sanguinarios, los sedientos
de sangre inocente, aborrecen al
íntegro, al intachable, pues son
como la descendencia de la vieja
serpiente, el homicida desde el
principio (Jn. 8:44), mientras
que los rectos van en busca
del intachable, desean hacerle bien.
Es cierto que la frase 'buscar el
alma' (o mejor, la vida)
de alguien suele significar
intención de dar muerte a la
persona, pero, como dice J.J
Serrano, 'la mala intención queda
excluida en el caso presente por el
paralelismo antitético'. Lo mismo
opina el rabino Cohen, quien añade:
'Este es el único modo satisfactorio
de explicar el texto, y el argumento
de que la frase tiene de ordinario
el sentido opuesto no es decisivo
contra él'.
Versículo 11
Necio es ciertamente el que ante la
menor provocación, da rienda
suelta a toda su ira, diciendo
lo que le viene a la boca, sin
reflexión ni consideración. En
cambio, el sabio se domina a sí
mismo; prudente y reflexivo,
mide sus palabras con calma y
escucha con atención lo que se dice.
Versículo 16
Cuanto mayor es el número de los
pecadores, tanto mayor es el número
de los. pecados. En el antiguo
mundo, cuando comenzaron los
hombres a multiplicarse (Gn.
6:1), comenzaron a degenerarse y a
corromperse a sí mismos y unos a
otros. Y cuanto mayor es el número
de pecados, tanto más cerca está la
ruina profetizada. Pero el aumento
de pecados y de pecadores no debe
sacudir la fe ni la esperanza de los
justos. Que no digan éstos que Dios
ha abandonado la tierra, sino que
esperen con paciencia y tendrán la
satisfacción de ver la ruina
de los malvados.
Versículo 17
Es un placer para los padres, sólo
conocido de quienes disfrutan de
esta bendición, ver el feliz
resultado de la buena educación que
dieron a sus hijos, y contemplar la
perspectiva de un buen porvenir para
ellos, tanto en este mundo como en
el otro. Los niños deben ser
disciplinados; no se les debe
permitir que hagan lo que quieran y
que se vayan sin reprensión cuando
hacen algo que no es conveniente.
Versículo 18
Sin profecía (lit.sin visión,
esto es, sin visión profética), sin
alguien que exponga la ley y
amoneste al pueblo de parte de Dios
(Comp. Ex. 32:25, -el efecto de la
ausencia de Moisés), el pueblo se
desenfrena (comp. 1 S. 3:1).
pero cuando se guarda la ley, hay
dicha, porque hay moralidad y orden,
así como justicia y generosidad.
Dice Cohen: 'Se indica aquí que
cuando los judíos son responsables
de la cesación de la profecía,
arrojan de sí todo freno y adoptan
caminos malvados'.
Versículo 19
Los malos sirvientes obedecen, no
por amor, sino por miedo; no se
corrigen con palabras, esto es,
con buenas razones, sino por la
fuerza. Entienden lo que se
les dice o se les manda, pero no
hacen caso; se portan como si
fuesen sordos: no hay respuesta
(lit.) de ellos.
Versículo 20
El que es ligero en sus palabras,
que se precipita a hablar sin
reflexionar (contra lo que dice Stg.
1:19 'tardo para hablare es
sin remedio; más esperanza hay
del necio que de él (comp. 26:12
para esta frase). Al menos, el necio
que reflexiona un poco antes de
hablar, ya reconoce algún tanto su
necedad, con lo que puede comenzar a
ir por el camino de la sabiduría.
Hay quienes, por naturaleza, son de
cortos alcances y avanzan muy
despacio en sus estudios, pero
llegan a obtener mayores
conocimientos y ser de mayor
provecho en la vida que los que
poseen genio vivo y clara
inteligencia, pero carecen de
reflexión y prudencia.
Versículo 21
La amonestación es clara, pero la
predicción es oscura, porque el
vocablo hebreo manón no sale
en ningún otro lugar de la Biblia.
Los eruditos Ewald y Nowack lo
traducen por 'desagradecido'
(nota del traductor). Según eso, el
proverbio diría: «El que mima
desde la niñez a su esclavo, al
final se le volverá desagradecido»,
es decir, se creerá que es el
amo, como si a él le perteneciese la
hacienda. Aunque los comentaristas
difieren en cuanto a la traducción
del vocablo manón, el sentido
que a la fiase le dan los modernos
es, más o menos, el que aquí le
hemos dado.
Versículo 22
La primera parte del versículo es
una repetición de 15:18, con la
ligera variante del vocablo
'iracundo' que, en 15:18,
significa literalmente 'hombre de
ardor', de genio pronto, presto
a enfurecerse, que es precisamente
el vocablo que sale en la segunda
parte del presente versículo, y del
que se dice aquí que abunda en
transgresiones (lit.), porque,
en su furia, el sentido moral queda
obnubilado por los humos del mal
genio.
Versículo 23
Compárese este proverbio con 11:2;
15:33; 16:18 y 18:12. Cohen cita un
adagio rabínico, de autor
desconocido: El que corre tras el
honor, halla que el honor huye de
él; pero al que huye del honor, le
persigue el honor'.
Versículo 24
El cómplice del ladrón aborrece su
propia alma, pues contribuye a
su propia ruina, conforme al
contexto posterior: oye la
imprecación, es decir, el
conjuro, la invitación del juez a
testificar el hecho y no lo
denuncia (comp. Lv. 5:1) porque
se denunciaría a sí mismo; será
condenado, por tanto, por no querer
testificar o, más probable, por
perjurio.
Versículo 25
La enseñanza de este proverbio es
frecuente en la Biblia (V. 18:10;
28:25, además de Gn. 12:12; 20:2,
11; Sal. 91:1-6; Lc. 12:4; Jn.
12:42, 43). Aun hombres buenos, como
Abraham y Simón Pedro, por temor a
los hombres, cayeron en el lazo;
Abraham negó a su esposa, y
Pedro negó a su Maestro.
Versículo 26
El proverbio se refiere al caso en
que una persona busca el favor
(lit. el rostro, esto es,
una expresión facial favorable)
del gobernante y, para ello,
emplea cualquier medio (soborno,
adulación, etc.) con tal de obtener
veredicto favorable en un juicio,
litigio, etc. Pero el juicio
definitivo de cada uno en cada
caso pertenece a Dios, aun cuando un
gobernante o juez injusto condene a
un inocente. Salomón mismo era un
gobernante y, como se dice en
castellano 'conocía bien el paño;
más de uno acudiría a él buscando
favor por medios deshonestos. Amán
disponía del favor de Asuero, pero
de poco le sirvió. Lo que importa de
veras no es el favor del príncipe,
sino el favor de Dios.
Versículo 27
El proverbio expresa no sólo la
oposición innata entre el vicio y la
virtud, sino también la antigua
enemistad, siempre existente, entre
la simiente de la serpiente y la
simiente de la mujer (Gn. 3:15).
Todos los que han sido santificados
tienen arraigada antipatía a la
maldad y a los malvados. Con esta
mutua repugnancia entre el justo y
el impío, entre el mal y el bien, se
cierran los proverbios de Salomón,
pues lo que queda son apéndices al
libro.