Versículo 1
La culpa en la conciencia hace
que los hombres se aterroricen
de sí mismos, hasta el punto
de huir sin que nadie los
persiga; como quien se
esconde por estar en deudas,
pensando que toda persona con
quien se encuentra es un
alguacil. El pecado acobarda a
los hombres. En cambio, el
justo está confiado como un
león, puesto que en medio
de los mayores peligros, tiene
a un Dios omnipotente en quien
confiar.
Versículo 2
Los pecados nacionales
ocasionan desórdenes
nacionales. Una defección
general en la que una nación,
casi en masa, se aparta de
Dios y se entrega al
materialismo y a la
inmoralidad, ocasiona la
inestabilidad nacional, con
frecuentes cambios de
gobierno, divisiones del
pueblo en clases, facciones y
partidos que se muerden y
devoran unos a otros. Sólo una
persona de autoridad,
honestidad, prudencia y
competencia puede devolver la
estabilidad al país. No
podemos imaginamos el gran
servicio que una persona sabia
y entendida puede ofrecer a su
país en una coyuntura crítica.
Versículo 3
Quienes conocen por
experiencia propia las
miserias de la pobreza
deberían ser compasivos con
los que sufren lo mismo que
ellos sufrieron, y son
bárbaros y crueles sin
explicación y sin excusa
cuando oprimen y explotan a
los pobres y débiles. Los
pobres llegados a ricos suelen
ser los peores ricos (comp.
con 30:21-23). Es como
lluvia torrencial que deja sin
pan. Dice Thomson: 'Esta
comparación ilustrativa es de
lo más impresionante. Se funda
en un fenómeno que
frecuentemente he presenciado
y, a veces, sentido. Una
pequeña nube negra atraviesa
el firmamento en la última
parte del verano o al comienzo
del otoño y arroja un tremendo
aguacero que se lleva por
delante todo lo que encuentra
a su paso... Cada verano, las
eras que caen a lo largo de la
línea de su marcha (de la
nube), quedan barridas de todo
su precioso producto, el
ganado se ahoga y los rebaños
desaparecen'.
Versículo 4
Los que abandonan (aunque
la conozcan bien) la ley,
alaban al malo, al que no
cumple la ley, al que la ley
condena. Los malvados hablan
bien unos de otros y, de este
modo, se fortalecen mutuamente
las manos en sus malvados
planes, esperando así
silenciar el clamor de su
conciencia y servir los
intereses del reino del
diablo. Pero los que cumplen a
conciencia la ley de Dios, se
oponen vigorosamente al
pecado, sea cual sea el puesto
que ocupen en la sociedad.
Versículo 5
Así como el predominio de la
concupiscencia en el hombre se
debe al entenebrecimiento de
su inteligencia, este mismo
entenebrecimiento se debe, a
su vez, al predominio de la
concupiscencia, formando así
un círculo vicioso.
Los malos no entienden el
derecho (lit. juicio)
porque son malos. Por su
parte, los que buscan a
Yahweh ya demuestran con
eso que entienden mucho, y esa
búsqueda de Dios es, a su vez,
el mejor medio de entender
más, hasta llegar a
entender todas las cosas
(comp. con Jn. 7:17; 1 Jn.
2:20, 27); es decir, a
alcanzar pleno discernimiento
entre lo bueno y lo malo, lo
falso y lo verdadero.
Versículo 6
La 1a. parte de
este v. es una repetición de
la primera frase de 19:1. La 2
.
dice aquí textualmente:
«que el perverso de dos
caminos (es decir, el que
obra con doblez,
tortuosamente) aunque sea
rico él».
Para un mundo cegado por el
diablo (V. 2 Co. 4:4), la
riqueza, con salud, es fuente
de todos los bienes, pero el
hombre sabio conoce que la
riqueza es transitoria y
exterior a la persona,
mientras que la rectitud de
carácter es algo íntimo que
enriquece al hombre, le hace
aceptable a Dios, le gana el
respeto y el afecto de los
buenos y le proporciona una
mejor vida y una mejor muerte.
Versículo 7
Este sencillo proverbio
muestra, una vez más, el honor
y la prudencia que la
observancia de la ley de Dios
dan a un hombre ya desde su
niñez, mientras que la amistad
con jóvenes libertinos es una
vergüenza, no sólo para él
mismo, sino también para su
familiares más allegados.
Versículo 8
Lo mal ganado, aunque aumente
mucho, no durará mucho (Comp.
13:22). Por medio del fraude y
de la usura, una persona puede
amasar una fortuna en poco
tiempo, pero no ha de
permanecer por largo tiempo en
su casa. Para sí mismo acumula
riquezas, pero otro mejor que
él disfrutará, sin tardar
mucho, de ellas. De esta
forma, al parecer tan extraña,
la providencia de Dios hace
que el dinero mal ganado sea
un día bien gastado.
Versículo 9
Dios nos habla por medio de su
ley y espera que en ella le
oigamos y le prestemos
atención; nosotros le hablamos
a él por medio de la oración y
esperamos que nos escuche y
nos responda favorablemente,
pero no podemos esperar que él
nos escuche si nosotros no le
escuchamos a él.
Versículo 10
Los seductores que tratan de
pervertir a los buenos hasta
conseguir que vayan por el
mal camino (como en 8:13),
esto es, camino de maldad,
caerán en la fosa que cavaron
(comp. con 26:27) para
otros. Al haber sido, no sólo
pecadores, sino tentadores, su
condenación será mucho más
severa (Mt. 23: 14, 15). En
cambio, los íntegros, los
intachables, no sólo serán
preservados de los males a los
que los tentadores procuren
lanzarlos, sino que
disfrutarán de los bienes que
Dios les otorgará, ya en esta
vida (comp. 2:21).
Versículo 11
Los ricos están inclinados a
pensar que son sabios e
inteligentes; al haber
prosperado en el negocio, se
tienen por expertos en toda
clase de materias y esperan
que sus opiniones sobre
cualquier asunto sean
respetadas por todos, como si
sus palabras fueran oráculos y
leyes. Pero el pobre que, a
fuerza de trabajo y esfuerzo,
ha logrado prudencia y
experiencia, lo escudriña
(al rico) y puede
demostrar que no es tan sabio
ni entendido como él se cree.
Versículo 12
Cuando un país es gobernado
con justicia, prosperan los
buenos y es grande la gloria,
es decir, el esplendor de la
nación por las ventajosas
condiciones de vida; hay
riqueza, paz, justicia y
libertad. Pero, cuando suben
al poder, se levantan,
los malvados, se eclipsa la
belleza y la prosperidad de la
nación; todo lo sagrado es
perseguido y hasta los
hombres han de esconderse,
es decir, los buenos
desaparecen en la oscuridad;
o, más probable (comp. Abd.,
v. 6), `son escudriñados'
(lit.) para saquearlos con
toda clase de medidas
injustas.
Versículo 13
De nada sirve negar o excusar
el pecado, echando la culpa a
otros; la propia conciencia le
acusará (comp. Sal.
32:3-5). Mientras el
paciente oculta su mal, no
puede esperar remedio. Dios
perdona sólo al que
confiesa sus pecados (Jer.
3:12, 13; 1 Jn. 1:9)
y los abandona (lit.),
pues una confesión sin
arrepentimiento, sin firme
propósito de la enmienda,
equivale a hipocresía o a
engañarse a sí mismo.
Versículo 14
La traducción literal de este
versículo (nota del traductor)
es la siguiente: «Dichoso
el hombre que tiene miedo;
pero el que endurece su
corazón caerá en el mal».
La mayoría de los comentarios,
incluidos los rabínicos,
entienden por 'miedo',
el temor al pecado y a las
consecuencias del pecado; por
'endurecer el corazón',
entienden desechar ese temor,
menospreciar el castigo de
Dios y cometer el pecado a
plena conciencia. J. J.
Serrano (al que parece seguir
la Nueva Biblia Española)
entiende por `miedo'
la prudencia ante el
peligro; por 'endurecer el
corazón' un atrevimiento
temerario; compara esto con el
v. 26. Opine el lector
erudito.
Versículo 15
La ley prohibía (Ex. 22:28)
hablar mal del príncipe
del pueblo; pero si es un
malvado que oprime al pueblo,
la Escritura lo llama aquí
león rugiente (comp. con
Am. 3:4; 1 P. 5:8) y oso
hambriento (el mismo verbo
de Jl. 2:9), que cae sobre un
pueblo pobre, es decir,
débil e indefenso. Es, pues,
un gobernante brutal, bárbaro,
cruel.
Versículo 16
Este versículo está conectado
(probablemente; así opina Ibn
Ezra) con el anterior, pues
dice textualmente al comienzo:
«Príncipe que carece de
entendimiento y (es)
gran opresor». A esta
opinión favorece el
paralelismo antitético de la
2'-.parte: «Los que (el
gobernante y el príncipe)
aborrecen la ganancia injusta
prolongará (lit.) (sus)
días», lo cual era siempre
una muestra de especial
bendición de Dios.
Versículo 17
J.J. Serrano (nota del
traductor) conecta
('probablemente', dice) este
proverbio con el anterior: 'Al
tirano despiadado, a quien
alcanza la justicia de la que
huye, no hay que ayudarle,
aunque se halle en peligro de
muerte, aunque huya hasta la
fosa o el pozo'. El versículo
es oscuro', dice Cohen. Parece
escrito cuando había cesado de
funcionar lo de las ciudades
de refugio (Nm. 35). Pero,
¿qué decir del mandato de Gn.
9:6? Aquí no se habla de matar
al asesino, sino sólo de no
ayudarle. M. Henry lo compara
al caso de Caín, perpetuo
fugitivo. También Rashi
entiende así el vocablo hebreo
bor, fosa: 'permanece
fugitivo hasta la muerte'.
dice. Lo más seguro, en todo
caso, es que se trate de un
asesino que huye del vengador
de la sangre.
Versículo 18
Para estar a salvo de
verdaderos males basta con ser
intachable, ya que, quien
tiene temor de Dios, no tiene
por qué temer ninguna otra
cosa ni a nadie más. Su
integridad y rectitud le darán
una santa seguridad en el peor
de los tiempos. Podrán
herirle, pero no dañarle. Por
el contrario, los falsos y
deshonestos nunca están
seguros.
Versículo 19
Este versículo es muy
semejante a 12:11, pero aquí
hay una variante que pone de
relieve el contraste entre el
diligente y el ocioso, pues
mientras el primero se
saciará de pan, el segundo
se llenará de pobreza.
Como suele decirse, el primero
tendrá 'para dar y vender;
para mantener a su familia y
dar a los pobres; el segundo
ha tomado el camino de la
miseria.
Versículo 20
El varón de fidelidades (Lit.),
es decir, el que muestra
lealtad en sus transacciones,
tendrá muchas bendiciones
de parte de Dios y de los
hombres. En cambio, el que
se apresura a enriquecerse
(comp. v. 22, y 20:21; 23:4; 1
Ti. 6:9), por los medios que
sean, justos o injustos, no
quedará impune; mejor,
no quedará libre de culpa;
no será tenido por inocente
por sus vecinos, sino que su
prójimo le cobrará desafecto y
hablará mal de él. El texto no
dice, en efecto, que no puede
ser inocente, sino que no
podrá demostrarlo fácilmente,
pues su afán en acumular
riquezas rápidamente puede
tentarle a cometer fraude o
robo.
Versículo 21
Es un error fundamental en la
administración de la justicia
el tener en consideración las
personas más bien que el
derecho, hasta el punto de
favorecer a uno porque es rico
o pariente, o del mismo
partido, de la misma opinión,
etc. y cargar la mano a la
otra parte porque es pobre o
porque ha sido de distinta
opinión o porque ha votado
contra mí, etc. Los que son
parciales serán perjudiciales.
Quienes han quebrantado los
vínculos de la equidad, aunque
al principio sólo se inclinen
por un regalo de subido
precio, una vez que han
perdido la delicadeza de la
conciencia, se dejarán
sobornar, a la larga, hasta
por un bocado de pan.
Versículo 22
Salomón muestra aquí el pecado
y la insensatez de los que
quieren ser ricos a todo
trance ("el malo de
ojos', dice el hebreo, como en
23:6). El ojo malo es
el que envidia a los que
tienen más (Comp. Mt. 20:15,
lit.). 'No sabe, etc.',
es decir, no se percata de que
Dios le va a castigar con la
indigencia.
Versículo 23
Los aduladores suelen agradar
al principio a los vanidosos,
pero, a la larga, se hacen
pesados y despreciables. En
cambio, los que corrigen con
amor suelen molestar al
principio, pero después,
cuando el remedio amargo ha
producido su buen efecto,
pasado el primer momento del
mal gusto al paladar, se hacen
de respetar y querer.
El que grita contra el
cirujano (en tiempos de M.
Henry no existía la anestesia
de hoy, nota del traductor)
por el daño que le hace al
escudriñar la herida, le paga
después a gusto y se lo
agradece, cuando le ha curado.
Versículo 24
Así como Cristo muestra la
maldad de los hijos que
piensan que no tienen la
obligación de mantener a sus
padres (Mt. 15:5), así también
Salomón muestra aquí la maldad
de los que piensan que no es
pecado robar a sus padres, ya
sea quitándoles el dinero o
contrayendo deudas y haciendo
que las paguen sus padres. El
que así se comporta es
compañero de los bandidos,
pues se porta como uno de
ellos.
Versículo 25
El codicioso (como
correctamente traduce la
New International Version
la frase literal `ancho de
alma'. Comp. con 10:3)
suscita contiendas a
menudo, puesto que, debido a
su avaricia, tiende a
apoderarse de lo que no es
suyo, con lo que son
inevitables las disputas y
contiendas.
En cambio, el que confía en
Yahweh, el que depende de
Dios, el que, en lugar de
contender a favor de sí mismo,
encomienda a Dios su caso
(Sal. 37:5) será prosperado
(Lit. engordado)
con la bendición de Dios
(comp. 11:25).
Versículo 26
El necio confía en su
propio corazón, es decir,
en sus propios planes y
pensamientos, en su propia
fuerza, etc. puesto que tiene
de sí mismo una opinión muy
elevada. En cambio, el que
camina en sabiduría, esto
es, por las sendas que la
prudencia aconseja, será
librado del daño que le
sobreviene al que confía en
sus propios juicios, sin
dejarse aconsejar por quienes
saben más que él.
Versículo 27
El que da al pobre no carecerá
de ninguna cosa necesaria
(el mismo verbo de Sal. 23:1),
pues es como si prestara a
Dios (V. 19:17). Pero el
que aparta sus ojos (comp.
Lc. 10:30-32) para no ver las
miserias ajenas, temeroso de
que los ojos le afecten el
corazón y le arranquen alguna
muestra de compasión,
tendrá muchas maldiciones,
pues Dios y los hombres le
maldecirán.
Versículo 28
Este versículo es una variante
del v. 12 (V. también 29:2).
El verbo hebreo que cierra el
versículo puede significar
'aumentar', 'cundir',
'multiplicarse', 'prosperar',
etc. El verbo que mejor cuadra
al contexto, conforme al
paralelismo (comp. también el
v. 12) es prosperan,
triunfan.