Versículo 1
Este proverbio nos recuerda lo que
dice el Señor (Mt. 6:34) y, en otro
contexto, Santiago (Stg. 4:13, 14)
sobre el día de mañana.
Eso no quiere decir que no
hayamos de proveer para el día de
mañana, sino que no hemos de
presumir acerca del día de mañana.
En especial, no hemos de dejar para
mañana la gran obra de la conversión,
la única necesaria, como si
estuviésemos seguros del mañana,
sino que hemos de procurar escuchar
la voz de Dios mientras dura este
Hoy (He. 3:13). No sabemos lo
que dará de sí el día, lo que el
tiempo lleva encerrado en su seno
antes de darlo a luz. Dios nos tiene
sabiamente en la oscuridad acerca
del futuro, a fin de que aprendamos
a depender de él y a estar
dispuestos continuamente para
cualquier eventualidad (Hch. 1:7).
Hemos de darle gracias por ocultamos
el futuro; si ha de ser adverso, nos
ahorra la preocupación; si ha de ser
próspero, nos encantará la sorpresa.
Versículo 2
Así como el v. anterior trata de la
jactancia sobre el porvenir, éste se
refiere al pasado y al presente
(comp. 25:27; 2 Co. 10:12, 18;
12:11). Dejemos que sean nuestras
obras, no nuestra boca, las que
publiquen nuestras alabanzas;
alabarse a sí mismo es muestra
evidente de gran orgullo. Puede
haber ocasión justa de vindicarnos,
pero no de aplaudirnos.
Versículos 3-4
La cólera de un necio que, cuando se
le provoca, no sabe lo que dice ni
lo que hace, es más pesada que
una piedra grande o un saco
de arena, pues los que no
dominan sus pasiones se hunden .bajo
su peso, como se hunde sin remedio
la persona que se pone a nadar con
una piedra o con un saco de arena.
Es, pues, de sabios no provocar a un
necio, cuya ira puede hundir también
a otros, sino, si está de mal genio,
dejarlo solo. Pero una maldad
enraizada es mucho peor. Cruel es
la ira (v. 4) y da paso a
bárbaras acciones, pero la enemistad
secreta, la envidia de la
prosperidad ajena y el deseo de
venganza por la menor afrenta, son
mucho más perjudiciales. Se puede
evitar un enfado repentino, como
evitaba David la jabalina de Saúl,
pero cuando se convierte en
persistente envidia, como le pasó a
Saúl, no hay modo de sostenerse
delante de ella.
Versículos 5-6
Es muy bueno, y mucho se ha de
apreciar, el que nos corrijan
nuestros amigos y nos digan nuestros
defectos. No es genuino el amor que,
por no ofender, encubre, es decir,
omite, la reprensión (ésta parece la
mejor interpretación del v. 5b, nota
del traductor). Fieles son (v.
6) las heridas del que ama
(comp. con Sal. 141:5), pues son
heridas limpias que curan aunque
duelan. El deber del médico es curar
la enfermedad, no el complacer al
paladar del enfermo. En cambio, son
peligrosos e importunos, es
decir, profusos y aparatosos (éste
es el significado del verbo griego
en Mt. 26:49), los besos del que
aborrece. Así eran los besos de
Joab y de Judas.
Versículo 7
Aquí, como en otros lugares de este
libro, muestra Salomón que, en
algunos aspectos, los pobres llevan
ventaja a los ricos, porque, 1.
Saben disfrutar mejor de lo poco que
tienen. El hambre es la mejor salsa.
El más rústico manjar, mezclado con
buen apetito, es vianda excelente.
En cambio, los que banquetean a
diario, llegan a sentir náuseas del
manjar más delicado. 2. Además, los
pobres son más agradecidos, pues
bendicen a Dios por el pan y el agua,
mientras que los ricos piensan que
las golosinas más exquisitas
escasamente merecen alguna gratitud.
Versículo 8
Hay quienes no saben soportar una
residencia fija; les gusta vagar,
hallar una excusa para irse al
extranjero, sin interés por la
obligación que les ata al hogar. Los
que así abandonan el puesto que se
les ha asignado son como el ave
que se va de su nido, volando de
rama en rama, descuidando los huevos
o los polluelos que quedaron en el
nido. Quienes gustan de viajar al
extranjero, dejan sin hacer el
trabajo que tienen en casa.
Versículos 9-10
El v. 9 es semejante, en cierta
medida, al v. 6, aunque ahora no se
trata de heridas, de
reprensiones, sino de consejo
cordial (lit. del alma),
sincero, de un buen amigo. En
consecuencia, se exhorta en el v. 10
a no dejar a un amigo de casa que
así consuela al hombre (v. 9),
pues es un amigo bien probado en
toda clase de experiencias; su
compañía y su afecto son como el
aceite y el incienso (Lit.),
cuyo perfume se difunde fácilmente y
agrada a todo el que lo huele.
Roboam se perjudicó grandemente por
no escuchar los consejos de los
mejores amigos de su padre y también
suyos. El v. 10b parece decir, a
primera vista, que acudir a un
hermano es como un último recurso en
tiempo de aflicción (comp. con
17:17; 18:24). Comenta concisamente
Ryrie: «El versículo no hace de
menos al hermano distante, pero
recomienda al amigo íntimo».
Versículo 11
Aquí el maestro estimula a su
discípulo a que se comporte conforme
a las enseñanzas que ha recibido de
él, a fin de que, si alguien pone en
duda, o critica, la competencia del
maestro, pueda éste señalar a sus
alumnos como prueba de su capacidad
para el oficio, pues las cualidades
de un buen profesor se echan de ver
en la conducta y en los éxitos de
sus alumnos. Puede acomodarse
también a los padres con respecto a
sus hijos: Los que han recibido
buena educación han de conducirse de
forma que puedan hacer callar a
quienes dicen: ‘joven santo,
diablo viejo', y probar lo
contrario: joven santo, ángel
viejo’.
Versículo 12
El mal se puede ver venir. Donde hay
tentación, es fácil prever que, si
nos metemos en ella, habrá pecado y
habrá castigo. Dios avisa antes de
golpear. Por eso, el hombre
prudente ve el peligro y se esconde,
es decir, evita que el mal le
alcance. En cambio, los simples,
ingenuos e ignorantes, no se
percatan del peligro y, en lugar de
esconderse, siguen adelante y
reciben el daño, pues les
alcanza el mal.
Versículo 13
Este versículo es una repetición de
20:16 y los judíos lo leen de la
misma forma, aunque el texto ofrece
aquí una variante: en lugar del ‘extraños’
de 20:16, aquí dice: ‘extraña’.
Versículo 14
El texto del proverbio (nota del
traductor) está claro, pero su
interpretación, especialmente de la
segunda parte, no es tan fácil. Lo
más probable es que se trate, más
bien que de un amigo importuno, de
uno que aparenta cordialidad en
público y gran interés por la
persona (comp. con el ‘desde
temprano’ de Jer. 7:13), pero
todo es falso. «Se le contará por
maldición» puede significar que
Dios le castigará por su
insinceridad, o que se merece que la
persona a quien saluda se dé cuenta
de sus sentimientos y tenga por
maldición la bendición que le dirige.
Versículos 15-16
El v. 15 repite, ampliándola, la 2a.
parte de 19:13. Las rencillas de un
vecino son como un fuerte aguacero
del que uno puede librarse
metiéndose en casa, pero las de la
esposa son como lluvia continua que
moja dentro de casa, contra la cual
no hay otro remedio que la paciencia.
Un hombre prudente hará todo lo
posible por evitarlas, pero no
conseguirá evitar que los vecinos se
den cuenta del mal carácter de ella,
de la misma manera que no se puede
ocultar el sonido del huracán ni el
olor del perfume. Los alborotadores
publican su propia vergüenza,
incluso cuando sus amigos íntimos y
sus parientes más cercanos tratan de
ocultarla por hacerles un bien.
Versículo 17
Las conversaciones sabias y
provechosas aguzan el talento y el
ingenio de los hombres. Del mismo
modo, las cualidades espirituales de
los hijos de Dios se estimulan con
el trato con otros hermanos. Por eso
es tan provechoso el estudio de la
palabra de Dios en grupo. El
carácter mismo se aguza, se afila y
se afina mediante esos contactos
sociales, tanto en lo civil como en
lo religioso, hasta el punto de que,
con frecuencia, personas de genio
áspero, de mente obtusa y de
voluntad inactiva, se hacen,
mediante esa conversación, suaves de
genio, brillantes de ingenio y aptos
para un oficio o negocio.
Versículo 18
Por bajo que sea el oficio que se
desempeña, si se cumple con toda
diligencia y competencia, obtendrá
provecho. Un pobre hortelano,
dedicado a cuidar higueras, no tiene
por qué desanimarse; aunque tenga
que trabajar con esfuerzo para
plantarlas y cuidarlas hasta que
hayan crecido, tiempo llegará en que
comerá de su fruto (comp. con 1 Co.
9:7). Del mismo modo, un pobre
criado que es diligente en servir a
su señor y mirar por sus intereses,
tendrá el honor y el provecho que le
son debidos.
Dios es un buen Amo que se ha
comprometido a honrar a los que le
sirven con fidelidad (Jn. 12:26).
Versículo 19
Este versículo puede entenderse de
dos maneras: 1. De la misma manera
que el agua de un estanque tranquilo
refleja exactamente los rasgos de la
persona que en él se mira como en un
espejo, así también en el corazón
del hombre se refleja su interior.
Si un hombre examina su conciencia,
sus pensamientos, afectos e
intenciones a la luz de la palabra
de Dios, podrá discernir su carácter
espiritual, del mismo modo que puede
ver en un espejo su rostro natural (Stg.
1:23). 2. Así como una persona halla
en el agua una copia como de su
propio rostro, así también halla en
su propio corazón rasgos parecidos a
los de sus semejantes, pues Dios ha
hecho los corazones humanos de forma
parecida. Especifica Meiri: «Si ama
sinceramente a su amigo, puede estar
seguro de que su amigo le ama con la
misma sinceridad». Esta segunda
interpretación es la más probable
(M. Henry admite ambas, como hemos
visto. Nota del traductor).
Versículo 20
Se comparan aquí tres cosas que
nunca se sacian: El Seol o morada de
los muertos, la destrucción (hebr.
Abadah; aquí, sin vocales en
el texto actual) que, probablemente,
es, como el Seol, sinónimo del
sepulcro, y los ojos del hombre,
órganos que suscitan los
deseos (comp. 1 Jn. 2:16), nunca
satisfechos, del corazón humano.
Pero los que tienen los ojos fijos
en el Señor quedan satisfechos, y
por siempre lo estarán. Aquí vale lo
de Agustín de Hipona: «Nos hiciste,
Señor, para ti, y está intranquilo
nuestro corazón hasta que descanse
en ti».
Versículo 21
De la misma manera que la calidad
del oro y de la plata se descubre en
el crisol, así también el crisol del
hombre son las alabanzas que se le
tributan: Si se enorgullece con los
aplauso es un necio que se atribuye
a sí mismo la gloria que le
pertenece a Dios y, por tanto, no se
merece dichas alabanzas. Pero si las
alabanzas le inducen a ser más
agradecido a Dios, más respetuoso
con sus amigos y más diligente en
hacer el bien a otros, demostrará
con esto que es sabio y bueno (comp.
2 Co. 6:8). El orgullo se reviste, a
veces, con capa de falsa humildad.
Versículo 22
Salomón había dicho anteriormente
(22:15) que la vara de la
corrección aleja del muchacho la
necedad que está ligada en su
corazón, pero ahora muestra que,
si eso no se hizo cuando el corazón
del niño podía ser moldeado y los
vicios no habían arraigado todavía
en él, va a ser punto menos que
imposible conseguirlo después que se
ha hecho mayor: los golpes de la
vara no hacen en él ningún efecto.
Las nueces más duras despiden la
cáscara cuando se las machaca, pero
al necio no se le va la necedad
aunque lo machaquen en un mortero.
Dios lo machacará un día con
eficacia, pero los magistrados
tienen la obligación de hacerlo
mediante el rigor de la ley. Cuando
una persona no se deja gobernar por
las fuerzas de la razón, del amor y
de su propio interés, hay que usar
la razón de la fuerza.
Versículos 23-27
En esta sección, Salomón ensalza las
ventajas de la vida rural y pastoril.
Según Cohen, ‘el objetivo de esta
sección es aconsejar a un joven en
la elección de su carrera. El
comercio internacional que ofrecía
la perspectiva de grandes ingresos
tentaba a muchos a abandonar las
labores agrícolas de sus antepasados.
El sabio describe el contento que
ofrece la sencilla vida campestre
dándole preferencia sobre las
ventajas y comodidades de la
ciudad’. Trata, pues, de convencer a
la gente de que el dinero obtenido
en los negocios de la ciudad es
inestable (v. 24), fluctúa con los
avatares del comercio y de la
industria, mientras que el campo
ofrece mayor estabilidad, aunque sus
beneficios no vengan tan de repente
y requieran esfuerzo y paciencia.
Por otra parte, el ganado no
requiere sembrar ni segar, el
alimento del ganado es fruto
espontáneo de la tierra (v. 25),
hierba que sale después de segado el
heno; y mientras tanto, los
corderos le proveerán de lana
que las mujeres hilarán en casa para
la confección de vestidos (v.
26), los cabritos se pueden
vender para, con el precio,
añadir nuevas fincas a la hacienda
(comp. con 31:16) y la leche de
las cabras, mencionada como
parte de la dieta en Dt. 32:14, para
mantenimiento de toda la familia.