Versículo 1
Este versículo es el título de esta
última colección de los proverbios
de Salomón. Los editores fueron
hombres de especial habilidad
literaria que el rey Ezequías empleó
para este menester, ya que él mismo
estaba interesado en la literatura
(V. 2 Cr. 31:21, así como Is.
38:10-20, donde se conserva un poema
compuesto por él mismo después de
recuperarse de su enfermedad). Esos
hombres copiaron los proverbios de
los archivos del reinado de Salomón,
y los publicaron como apéndice a una
anterior edición de este libro. Es
un ejemplo digno de imitarse: Se
ofrece un buen servicio a la Iglesia
publicando tesoros de piedad y
sabiduría de santos que nos
precedieron y que quizá yacen
escondidos en la oscuridad.
Versículos 2-3
Las obras de Dios son misteriosas,
tanto en el plano de su providencia
como en el de su gracia (Dt. 29:29;
Ro. 11:33). Vemos lo que hace, pero
no comprendemos sus razones; ésta es
su gloria y hemos de reverenciarla y
alabarla. Pero el honor del rey
exige escudriñar los asuntos que le
son presentados, a fin de poder
obrar con justicia y equidad en
todos ellos. El v. 3 describe la
realidad: 'Así como es imposible,
dice Cohen, para el hombre calcular
la altura del espacio que hay encima
de su cabeza, y la profundidad de la
tierra que hay debajo de sus pies,
así también está fuera del alcance
de su poder comprender las maniobras
diplomáticas de la regia mente.
Versículos 4-5
El esfuerzo vigoroso de un príncipe
para suprimir el vicio y reformar
las costumbres de su pueblo es el
medio más eficaz de afianzar su
trono.
El deber de los magistrados es usar
su poder para infundir terror a los
malhechores (V. Ro. 13:3), a fin de
que no extiendan su infección por
todo el reino. Esto es lo que aquí
(v. 4) se llama quitar las
escorias de la plata, lo cual se
lleva a cabo por medio del fuego. La
reforma de la corte promueve la
reforma del reino (Sal. 101:3-8).
Versículos 6-7
La religión, lejos de destruir las
buenas maneras, nos enseña a dejar a
otros el lugar que les corresponde;
más aún, nos instruye en la humildad
y la abnegación, que es una
enseñanza superior a la de las
buenas maneras en sociedad. Este es,
por otra parte, el modo de alcanzar
una promoción, como lo muestra
nuestro Salvador en una parábola que
parece tomada de este lugar (V. Lc.
14:8-10). Mejor es ser ascendido a
un lugar cercano al rey con todo
honor, que ser degradado, lleno de
vergüenza, por haber ocupado un
lugar que correspondía a otro más
noble.
Versículos 8-10
«No entres apresuradamente en
pleito, sin consultar con tus
amigos y consejeros; sobre el caso.
Asegúrate de que llevas la razón de
tu parte, no sea que no sepas qué
hacer al fin al hallar que el
veredicto es dado en contra tuya
¿qué harás entonces, viendo que
tu prójimo ha ganado la causa y
te ha avergonzado? Mejor es
que arregles tu pleito con tu
vecino a solas (v. 9. Comp. Mt.
5:15; 18:15) y, si tienes
información secreta acerca de él por
ese medio, no la descubras a otro;
no sea que te delate como a un
chismoso y no puedas reparar ya la
mala reputación que con eso te has
granjeado (v. 10)». Esta parece ser
la mejor interpretación de todo este
pasaje.
Versículos 11-12
Un consejo, una corrección, una
palabra de consuelo y aliento, o de
testimonio, cuando se dan a tiempo,
se expresan lo mejor posible y se
adaptan perfectamente al caso de la
persona a quien se dirigen, así como
al carácter personal de la persona
que habla, son como manzanas de
oro en engastes de plata (v. 11).
El hebreo de esta frase admite
dos versiones igualmente probables:
1. Se trata de bolas de oro, o
recubiertas de oro, en un trasfondo
escultórico de plata (lit.
figuras de entalladura). 2. Se
trata de un trabajo de filigrana, en
que las manzanas de oro están
cubiertas por una red o encaje de
plata; las manzanas de oro se ven a
través de la red. Sin duda, era
alguna clase de adorno de mesa, bien
conocido en aquel tiempo.
El v. 12 parece un símil del mismo
género: La reprensión de un
sabio, es decir, de alguien con
la discreción suficiente para dar
una buena palabra de corrección a
tiempo, que cae sobre un oído
obediente (lit. que escucha)
es como pendiente de oro y joyel de
oro fino; buen adorno, que cae
bien al que habla y al que escucha.
Versículo 13
Un mensajero debe ser fiel al que lo
envía y dar con toda exactitud el
mensaje que se le ha confiado sin
falsificar en nada el contenido.
Esto llenará de satisfacción al que
le envió, como el refrigerio que
causaría un poco de nieve en el
ardor de la siega si se la pudiese
conseguir de lo alto de las cumbres
nevadas.
Versículo 14
En contraste con el versículo
anterior, vemos ahora a uno que se
jacta falsamente de tener y dar lo
que nunca tuvo ni dio, inventando
grandes proezas y provechosos
servicios que sólo existen en su
imaginación; en vez de refrescar
como la nieve, éste es como nube
estéril y viento que hace mucho
ruido, pero que no traen lluvia
(comp. con Jud. v. 12), causando la
desilusión del labrador.
Versículo 15
Dos cosas se recomiendan aquí en el
trato con los demás: 1. Paciencia
para soportar el ardor de la ira
ajena sin contagiarse de ese ardor,
y para esperar una buena oportunidad
de presentar nuestras razones y dar
a las personas el tiempo suficiente
para considerarlas. Por este medio,
hasta un príncipe puede ser
aplacado. 2. Suavidad, para
hablar sin pasión ni provocación:
la lengua blanda quebranta los
huesos. El hueso es una
sustancia muy dura y sirve aquí de
símil. Una palabra suave ablanda los
ánimos más duros y prevalece sobre
los más morosos, como pasa a veces
con el rayo que quebranta el hueso
sin pinchar la carne.
Versículo 16
Este proverbio enseña moderación en
cosas que, por otra parte, son muy
agradables (comp. v. 27). En 24:13,
la miel era símbolo de sabiduría,
pero aquí es símbolo de cualquier
cosa deseable, que ha de ser usada
con moderación. Los placeres de los
sentidos pierden su dulzura con el
abuso y se vuelven nauseabundos,
como puede pasar si se come
demasiada miel.
Versículo 17
Otro proverbio sobre la moderación.
Esta vez sobre las visitas a vecinos
y parientes. Es norma de cortesía y
afecto visitarles, pero es norma de
prudencia no multiplicar las
visitas, no estar demasiado tiempo,
no llegar a la hora de comer y no
entremeternos en los asuntos ajenos.
La excesiva familiaridad engendra
menosprecio. 'Después del tercer
día, saben mal pescado y compañía'.
El adagio castellano dice que 'al
tercer día hieden el cadáver y el
huésped'. Por aquí vemos que Dios es
un amigo mucho mejor que cualquier
otro, puesto que cuanto más vamos a
él, tanto mejor nos recibe y
agasaja.
Versículo 18
Un falso testimonio es como un
mazo con que le pueden romper a
uno la cabeza, como una espada
que atraviesa desde cerca y como
una saeta aguda que traspasa
desde lejos. Por eso tenemos
necesidad de orar. «Libra mi
alma, Yahweh, de los labios
mentirosos» (Sal. 120:2).
Versículo 19
Como diente roto y pie que resbala
(lit.) es la confianza en el
desleal (o traidor) en tiempo de
angustia. Sólo al desastre
conduce poner confianza en quien no
es digno de ella, del mismo modo que
un diente roto produce un dolor que
impide comer, y un pie que resbala
no permite tenerse de pie.
Versículo 20
Aquí se expresa la tremenda
inoportunidad de cantar canciones
alegres a una persona que está
triste.
Los que sufren alguna aflicción han
de ser consolados mediante la
simpatía y el consuelo que puede
ofrecer una persona comprensiva,
pero vamos por el mal camino si
intentamos aliviarles sintiéndonos
alegres e intentando que también
ellos se pongan alegres.
Quitándole a una persona la ropa en
tiempo de invierno, se la enfría
más todavía, y si se echa vinagre
sobre sosa caústica, se la pone
en fermentación; la persona se
enfada con toda razón.
Versículos 21-22
El Apóstol cita estos dos vv. en Ro.
12:20. El mandamiento de amar a
todos, aun a nuestros enemigos, era
ya un precepto del A. T., aunque
nuestro Salvador le dio todavía más
fuerza al amamos y morir por
nosotros cuando aún éramos enemigos
suyos (V. Ro. 5:6-10). Si devolvemos
a nuestros enemigos bien por mal,
los ablandaremos y refinaremos como
se refina en el crisol a los
metales. Más aún, amontonaremos
ascuas sobre su cabeza. Comenta
Cohen: Una acción amistosa de esta
clase, tan inesperada y tan
inmerecida, le producirá un efecto
(sanamente) doloroso y le causará
remordimiento por su enemistad'. Ese
es el mejor medio de convertir en
amigos a los enemigos.
Versículo 23
El texto hebreo de este versículo
dice literalmente: «El viento
norte hace girar la lluvia, y los
rostros enojados (hacen cesar)
la lengua de secreto» (lit.),
es decir, la lengua solapada,
detractora. Los detractores no
hablarían tan fácilmente si no se
les oyese fácilmente, pues si
hallasen entre sus oyentes muestras
de desagrado, se callarían. Si no
podemos mostrar nuestro desagrado
por medio de palabras, hagámoslo por
medio de un rostro ceñudo ¿Quién
sabe si eso bastará para corregir de
una vez al detractor? Son muchos los
que perjudican a las personas de
quienes hablan, únicamente por la
esperanza que tienen de ganarse el
favor de las personas a quienes
hablan.
Versículo 24
Este versículo es una repetición de
lo que ya vimos en 19:13 y 21:9.
Versículo 25
A veces, esperamos con impaciencia
recibir buenas noticias de amigos o
parientes que viven en tierras
lejanas; nuestra alma tiene sed de
ellas. Así que, cuando llegan, caen
como el agua fresca a uno que está
sediento. También el cielo, nuestra
verdadera patria, es una tierra
lejana mientras peregrinamos por
este mundo ¡cuán refrescante es oír
buenas noticias de allí, tanto en el
evangelio que precisamente significa
'buena noticia', como en el
testimonio que el Espíritu da con
nuestro espíritu de que somos hijos
de Dios! (V. Ro. 8:16).
Versículo 26
Como fuente enturbiada (Lit.
pisoteada. Comp. Ez. 34:18) y
manantial corrompido (o corriente
contaminada) es el justo que
claudica delante del malvado. El
creyente que cae en pecado
manifiesto a la vista de los
incrédulos entristece a los buenos,
alegra a los malos y contagia e
infecta a otros animándolos a hacer
lo mismo. La gloria de Dios, el
honor del evangelio y el decoro de
la Iglesia pierden mucho con la mala
conducta de los creyentes. Es un
contratestimonio. El versículo
admite también otra interpretación:
Cuando los justos son oprimidos
('caen', no 'claudican') y
pisoteados por la violencia de malos
hombres, y aun de malos gobernantes,
se enturbian las fuentes dula
justicia y se corrompen los
manantiales mismos del buen gobierno
(comp. 28:12, 28; 29:2).
Versículo 27
Los hombres no suelen estar
satisfechos de los deleites ni aun
cuando están hartos, por lo que
sufren las consecuencias de una
ambición nunca satisfecha. Así pasa
con los que buscan su propia
gloria a toda costa; buscar
descaradamente el aplauso no es
gloria, sino vergüenza; todos se
ríen de quien así se comporta. La
primera frase repite la idea del v.
16. El hebreo de la segunda frase
(nota del traductor) dice así: «Y
la búsqueda de su (de ellos)
gloria (es) gloria».
Tomado literalmente no puede estar
más oscuro, pero viene bien aquí la
sabia explicación del rabino Cohen:
«Mediante la aplicación del
paralelismo, se suplen en esta
cláusula las palabras no y mucha
de la primera cláusula». Es,
pues, uno de los frecuentes casos de
elipsis.
Versículo 28
Una persona prudente y virtuosa sabe
frenarse, tiene dominio de sí misma.
El vicioso, que no sabe ni quiere
dominarse a sí mismo, es como una
ciudad derribada y sin muro;
está sin defensas, expuesto a todas
las tentaciones del mundo y del
diablo, siendo fácil presa de
Satanás.