Versículos 1-2
«No tengas envidia de los malos,
de los que han aprendido el oficio
del crimen; no tengas envidia
del dinero que ganan inicuamente,
ni desees estar con ellos, en
compañía de ellos y asociado con
ellos (comp. 3:31; 23:17), porque
su corazón medita violencia (Lit.),
es decir, perpetrar la rapiña,
el robo con violencia; no les
tengas envidia, pues sólo se
merecen indignación ante sus
malvadas obras, y compasión por el
daño que se hacen a sí mismos.
Versículos 3-6
Una persona, mediante una prudente
administración, puede levantar un
hogar y, con la bendición de
Dios, consolidarlo sobre una
base firme (v. 3). Se puede edificar
una casa con base en prácticas
injustas, pero así no se consolida
porque el cimiento está corrompido
(Hab. 2:9, 10). Con conocimiento
(v. 4. Los vocablos
'sabiduría' del v. 3 y, aquí,
'conocimiento' no tienen
connotación moral, sino mental) se
adquiere buen mueblaje y una
despensa llena de todo lo bueno. Una
mente sabia encuentra recursos para
todo (v. 5). Aun en circunstancias
en que la fuerza es factor
primordial, la sabiduría halla la
estrategia necesaria para
ganar la guerra. Incluso
robustece para las batallas contra
la tentación. La sabiduría levanta
lo mismo una universidad que un
consejo de Estado, sirviendo también
para obtener una paz ventajosa
cuando el horizonte comienza a
nublarse con la negra perspectiva de
una guerra.
Versículos 7-9
No es cosa fácil adquirir la
sabiduría, ya que, aun los bien
dotados para ella en el plano
intelectual, si se vuelven
holgazanes, se dan al vicio y
cultivan las malas compañías, no la
alcanzan; les resulta demasiado
alta (lit.) y, por falta de
sabiduría, no son aptos para servir
al país en puestos de
responsabilidad, como es el de
actuar en función de jueces o
consejeros en la puerta de la
ciudad, adonde se llevaban los casos
de litigio; o si se les llega a
admitir por alguna otra causa
(influencia, posición social,
soborno, etc.), estarán allí como
estatuas mudas: por falta de
sabiduría, no abrirá la boca (v.
7). Hay una necedad mayor,
perversa: Malo es hacer el mal, pero
es peor estar siempre tramándolo,
pues llegarán a descubrirse sus
planes y la gente le pondrá un mote
muy apropiado: 'amo (hebr.
baal, dueño o señor) de
planes malvados' (lit.). Su
carácter moral y social se hará
manifiesto, pues su pensamiento
(el vocablo hebreo es de la
misma raíz que el que expresa los
'planes malvados' del v.
anterior) es pecado (hebr.
jatat, errar el blanco), una
desviación de Dios, fin último del
hombre; y, en su aspecto social, es
abominación a los hombres,
porque, con sus planes malvados,
promueve contiendas (comp. 22:10).
Este necio malvado es llamado
'escarnecedor', como merece ser
llamado todo el que carece de
principios morales y religiosos. El
paralelismo sugiere que se trata de
la misma persona.
Versículo 10
En el día de la adversidad (lit.),
somos proclives al desmayo y al
desánimo. Es señal de que a una
persona le falta resolución, firmeza
de convicciones, fuerza de voluntad.
El que es así flojo (el mismo
vocablo que el 'negligente'
de 18:9), verá reducida su
fuerza. La interpretación de
esta última frase, que parece una
perogrullada, depende quizá del
contexto posterior, ya que muchos
exegetas la creen conectada con el
v. 11.
Versículos 11-12
Es nuestro deber ayudar a los
inocentes que son objeto de la
opresión de los potentados, aunque
no tengamos con ellos una particular
obligación por razón de parentesco o
amistad. Es muy fácil excusarse
diciendo: 'No nos dimos cuenta' o
'Se me olvidó'. Tales excusas no
valen ante el tribunal de Dios (v.
12), pues él pesa los corazones
(comp. 21:2) y dará al hombre
según sus obras, no sólo de
comisión, sino también de omisión.
Teniendo en cuenta la posible
conexión de estos vv. con el v. 10
podría entenderse así: Si eres flojo
en acudir a socorrer a otros cuando
se hallan en grave peligro, tu
fuerza será reducida, pues te
retirará su ayuda cuando tú la
necesites. $1 plural 'No nos
dimos cuenta' sugiere, según
Cohen, que ese hombre no tenía
excusa, porque aun cuando él solo no
tuviese fuerza suficiente para
socorrer, pudo haber llamado a otros
para que le ayudasen en la operación
de socorro.
Versículos 19-20
La prosperidad material de que
puedan gozar los malvados no nos ha
de exasperar ni llenamos de envidia
(comp. Sal. 37:1 y el v. 1 del
presente capítulo). Basta con
reflexionar sobre el fin de ellos
(Sal. 37:38; 73:17). Por mucho que
brille su lámpara, es decir,
su gozo y su prosperidad (comp. Est.
8:16), será apagada (comp.
13:9) sin tardar mucho. También se
puede entender 'lámpara' por
'vida', que no llegará al fin,
o por posteridad' en la
que se prolonga la vida de la
persona. Todas estas
interpretaciones caben según se
traduzca el vocablo hebreo ajarit
de la 14. parte del
v. 20, que literalmente significa 3o
que viene después'.
Versículos 21-22
La religión y la lealtad van de la
mano, aunque, en conflicto de
lealtades, hay que obedecer a Dios
antes que a los hombres (comp. Hch.
4:19). Nótese que se nombra a
Yahweh antes que al rey.
Como creyentes y como ciudadanos,
hemos de ser leales a Dios y a las
autoridades civiles que Dios ha
puesto sobre nosotros (Ro. 13:1, 2).
No son leales súbditos los que no
son religiosos, pero tampoco son
religiosos los que no son leales
súbditos. Los que se rebelan contra
la autoridad de Dios o la del
gobierno legítimamente establecido,
han de temer el furor de ambos.
Versículos 23-26
Así como los súbditos deben cumplir
con su deber de lealtad a los
gobernantes, también éstos deben
cumplir con su deber de administrar
justicia equitativa e
imparcialmente, pesando los méritos
y las razones de una causa y no
dejándose llevar de favoritismos de
ninguna clase. Un buen juez ha de
reconocer la verdad, no el rostro de
la persona. No ha de ayudar a un
amigo a salir bien en una mala
causa, ni ha de omitir nada que
sirva para favorecer a un enemigo
que presente una buena causa. Tanto
los magistrados como los ministros
de Dios han de denunciar la
violencia, la injusticia y la
inmoralidad, y reprender a los
malvados, de forma que vengan a
arrepentimiento o a confusión; así
tendrán felicidad y bendición (v.
25), dándoles la conciencia
testimonio de que han sido fieles en
el cumplimiento del deber. Dice
Ryrie sobre el v. 26: «Así como un
beso en los labios sella un asunto
entre una pareja, así también una
respuesta honesta confirma un juicio
equitativo».
Versículo 27
Aquí tenemos una norma de prudencia
en la administración de los asuntos
domésticos. Hay que dar prioridad a
lo más importante, antes de ocuparse
de lo accesorio. Lo necesario ha de
procurarse antes de lo conveniente,
y no se ha de gastar en ostentación
lo que habría de gastarse para el
sustento de la familia. `Edificar la
casa' (Comp. Rut 4:11) significa
aquí 'casarse y formar un hogar'.
Este versículo queda bien expresado
en el siguiente dicho rabínico: «Un
hombre debe primero construir una
casa (literalmente), plantar luego
una viña, y después de eso, tomar
esposa».
Versículos 28-29
Una vez más, se amonesta contra el
falso testimonio, y aun contra un
testimonio que no sea claramente
falso, pero en el que no haya
motivo, es decir, fundamento alguno
para presentar evidencia de los
hechos, únicamente por venganza
contra el prójimo (v. 29). El texto
sugiere que ese prójimo, en un caso
similar, dio testimonio contra él
sin motivo (comp. con 20:22).
Versículos 30-34
Esta porción es semejante a 6:6-11
y, como en otros lugares también, se
reprueba y ridiculiza la conducta
del perezoso. El escritor describe
sus experiencias: Observó la
condición del campo y de la viña del
perezoso (v. 30) y vio que el dueño
era un hombre falto de
entendimiento por no percatarse
de que el florecimiento de la
agricultura depende del trabajo
que se haga en ella. El estado
de la finca era deplorable (v. 31):
llena de cardos y espinos; el
vallado de piedras, derribado. Esto
le hizo reflexionar y aprender una
lección (v. 32) sobre las funestas
consecuencias de la pereza: La
pobreza vendrá inexorable, como un
bandido que merodea para robar y
como un hombre armado que asalta
para matar. Plutarco refiere un
dicho de Catón el Viejo: «Los sabios
sacan mayor provecho de los necios
que los necios de los sabios, porque
los sabios evitan las faltas de los
necios, pero los necios no quieren
imitar las virtudes de los sabios».
También nuestra alma es como una
viña que cada uno de nosotros tiene
el deber de cultivar y proteger. Con
buenas labores se puede mejorar
grandemente, arrancando los cardos y
espinos de nuestras pasiones
desordenadas, y reparando el vallado
de la vigilancia contra las
tentaciones del enemigo. Cuando el
alma se halla falta del necesario
cultivo y de la oportuna defensa,
ello se debe a la pereza espiritual
de la persona, lo cual es una
tremenda insensatez.