Tomado de "Comentario Exegético-Devocional
A Toda La Biblia."
Libros poéticos -Proverbios Tomo-2.
Editorial CLIE.
Introducción al Libro de
Proverbios
El vocablo hebreo para «proverbio» (mashal)
significa «comparación» y se usa
para designar símiles, parábolas y
proverbios propiamente dichos, es
decir, sentencias breves, ya sea de
la llamada «sabiduría popular» o,
como aquí, de la sabiduría
divinamente inspirada. Según 1 R.
4:32, Salomón compuso tres mil
proverbios. La mayoría de los que se
contienen en este libro fueron
compuestos por él, concretamente las
secciones 1:1 - 9:18; 10:1 -22:16 y
25:1 - 29:27, aunque los de esta
última sección fueron seleccionados
por el rey Ezequías (25:1). El cap.
30 es atribuido a un tal Agur, y el
31 a Lemuel o Muel, de los que nada
sabemos. El libro toca los aspectos
más interesantes de la vida humana.
El primero y principal de los
proverbios se halla en el v. 7 del
cap. 1, un eco de Job 28:28, que ya
vimos.
Comentario al Proverbio 1 |
En este capítulo tenemos:
I. El título del libro, que
muestra el autor y el objetivo (Vv.
1-6).
II. El primer principio,
encomendado a nuestra consideración
(vv. 7-9).
III. Una precaución necesaria
acerca de las malas compañías (vv.
10-19).
IV. Una representación fiel y
viva de los razonamientos de la
sabiduría con los hombres, y de la
ruina segura que les espera a los
que se hacen el sordo a esos
razonamientos (vv. 20-33).Versículos 1-6
1. Quién escribió estos dichos
sabios y sentenciosos (v. 1). Leemos
que son «Proverbios de Salomón»,
cuyo nombre significa «pacífico».
David, cuya vida estuvo llena de
fatigas y aflicciones, escribió un
libro de devoción (Salmos), pues,
como escribe Santiago (5:13): «¿está
alguno entre vosotros afligido? Haga
oración». Salomón, que llevó una
vida pacífica, escribió un libro de
instrucción, porque cuando las
iglesias tenían paz eran edificadas
(Hch. 9:3 1). En tiempo de paz
debemos aprender, y enseñar a otros,
lo que debemos practicar en tiempo
de aflicción. Era hijo de David.
Había sido bendecido con una buena
educación, y se había orado por él
(Sal. 72:1); efecto de ello era su
sabiduría y sus buenos servicios.
Fue rey de Israel, única vez que se
le llama así en los libros
sapienciales (comp. con Ec. 1:1).
Todo el mundo deseaba ir a ver a
Salomón para oír su sabiduría (1 R.
10:24), la cual era mayor que la de
todos los orientales (1 R. 4:30).
2. Estos proverbios fueron
escritos (vv. 2-4) para uso y
beneficio de todos. Este libro nos
ayudará: (A) Para formarnos nociones
correctas de las cosas y tener ideas
claras y distintas, a fin de que
sepamos cómo hablar y actuar con
prudencia. (B) Para distinguir entre
la verdad y la falsedad, el bien y
el mal. (C) Para ordenar rectamente
nuestra conducta (v. 3). Este libro
nos dará el conocimiento que puede
disponemos para dar a cada uno lo
suyo, a Dios lo que es de Dios, en
todos los ejercicios de devoción, y
a los hombres lo que a los hombres
se debe.
3. Son útiles para todos, pero
están destinados especialmente: (A)
A los simples (v. 4), es decir, a
los que se dejan llevar fácilmente
por las opiniones de otros y, por
tanto, son presa de la indecisión.
Con estos proverbios adquirirán la
instrucción necesaria para ser
sagaces y evitar pecados en los que
la ignorancia juega gran papel. (B)
A los jóvenes. La juventud abunda en
vitalidad, pero también en juicios
precipitados, faltos de la necesaria
ponderación. (C) También las sabios
aprenderán aquí, pues el verdadero
sabio es el que sabe que no sabe
nada como se debe saber (comp. con I
Co. 8:2). Si estudian este libro,
aumentarán su saber (v. 5) y
adquirirán, si ya tienen alguna
discreción, destreza; el vocablo
hebreo indica experiencia en manejar
el timón de un barco; en otras
palabras: saber qué curso tomar en
cada ocasión y circunstancia de la
vida. (D) Todos ellos aprenderán (v.
6) a entender proverbios, etc., es
decir, a interpretar los diferentes
estilos y géneros literarios y las
llamadas «figuras de dicción».
Versículos 7-9
En estos versículos, expone Salomón
el principio y fundamento de todo el
libro, que puede resumirse en dos
frases: temer a Dios y honrar a los
padres.
1. «El principio del
conocimiento (lit.) es el temor de
Yahweh» (v. 7). La base de toda
sabiduría verdadera es el temor de
Dios. La frase aparece, con ligeras
variantes, en Job 28:28; Sal.
111:10; Pr. 9:10 y Ec. 12: 15, por
donde vemos que «conocimiento» y
«sabiduría» son, a este respecto,
sinónimos, aunque «conocimiento»
expresa una experiencia íntima,
personal y práctica, no meramente
intelectual, propia de la
«sabiduría» que es de lo alto (Stg.
3:12), equivalente al «saber de
salvación» de 2 Ti. 3:15. La frase
«temor de Yahweh» ocurre 15 veces en
este libro y, como ya sabemos,
significa respeto o reverencia, que
incluye acatamiento u obediencia.
Así pues, el verdadero sabio
comienza por respetar y obedecer a
Dios. Por contraste (v. 7b) los
necios (hebreo, evilim), «los
mentalmente tontos y moralmente
irresponsables» -como comenta el Dr.
Ryrie, desprecian la sabiduría y la
corrección (lit.).
2. A este principio sigue el
honor a los padres, el cual se
manifiesta primordialmente en la
atención que se presta a los
consejos y avisos de los
progenitores (v. 8). Notemos aquí
tres detalles sumamente importantes
e interesantes: (A) Salomón supone
aquí que los padres cumplen con su
deber de enseñar y corregir a sus
hijos; y, en el decurso del libro,
va a insistir en la necesidad de
cumplir con este deber. (B) Exhorta
a los hijos a escuchar (a someterse
y agradecer) la corrección
(reprensión, disciplina, etc.) del
padre. El vocablo hebreo (musar) es
el mismo del final del v. 7 y
corresponde al griego que se traduce
por «corrección» o «disciplina» en
Ef. 6:4 y se refiere allí a los
«padres» (pater), no «progenitores»
indistintamente. (C) también les
exhorta (v. 8b) a no descuidar (lit.
dejar) la instrucción (hebreo, torat
-¡1a ley!) de la madre. Es
interesante observar que, mientras
las leyes de los persas, los griegos
y los romanos mandaban que los hijos
respetasen los avisos y preceptos de
los padres, la ley de Dios manda que
se respeten los avisos,
instrucciones, y «preceptos» de las
madres. Y es de notar que, en
realidad, la madre es la verdadera
educadora de los hijos, la que les
moldea el carácter, mientras el
padre les moldea el criterio: la
«fijeza de la mente», equivalente
literal de «amonestación», en Ef.
6:4. Once veces más aparecen juntos
padre y madre, en este libro, en
esta tarea educadora. Y en dos
lugares más (29:15 y 31; 1), sólo se
menciona a la madre. «Hijo mío», en
Proverbios, tiene el sentido de
«discípulo».
3. Con dos bellas comparaciones
(v. 9) describe Salomón el buen
resultado que al joven se le seguirá
de prestar atención a la corrección
de su padre y a la instrucción de la
madre: guirnalda que agracia la
cabeza y collar que adorno el
cuello. Comenta J. J. Serrano: «Las
comparaciones son apropiadas, pues
no es sólo la sabiduría el mejor
ornato de la persona, ciñendo la
parte más noble del hombre, su
entendimiento, representado por la
frente, sino que adorna también la
voluntad simbolizada por el corazón,
sobre el que descansa el collar».
Versículos 10-19
Aquí Salomón da otra regla general a
los jóvenes para que tengan mucho
cuidado con las malas compañías. Los
pecadores gustan de tener cómplices
en el pecado. Los ángeles que
cayeron fueron tentadores casi tan
pronto como fueron pecadores. Los
perversos (v. 10) no amenazan ni
discuten, sino que seducen con
lisonjas. Por eso les dice Salomón a
los jóvenes:
«No consientas, porque, aunque te
seduzcan, no pueden forzarte». Para
corroborar este consejo que les da,
1. Presenta los falaces
argumentos que los perversos usan en
sus seducciones, a fin de engañar a
las almas inconstantes. Especifica a
los bandidos que hacen cuanto pueden
para atraer a otros a su banda (vv.
11-14). «Ven con nosotros (v. 11);
deseamos tu compañía». Al principio,
parece que se contentan con eso;
pero pronto apuntan más alto (v.
14): «Echa tu suerte entre nosotros;
corramos los mismos riesgos y
tengamos las mismas ventajas;
tengamos todos una misma bolsa», la
del dinero o, más probable, como
sugiere J.J. Serrano, la de los
dados (paralelismo con la primera
parte del v.). Tienen sed de sangre
y odian a los buenos, porque con su
honradez les avergüenzan y condenan.
Con el fin de enriquecerse (v. 13),
no reparan en medios: «Preparan
asechanzas» (alevosía y
premeditación) para matar sin motivo
(capricho y saña) al inocente (por
tanto, homicidio con todas las
agravantes). Llaman a las riquezas
(v. 13) «preciosa sustancia» (lit.),
cuando no son ni sustancia ni
preciosa; son una sombra y son
vanidad, especialmente cuando se
adquieren por medio del robo (Sal.
62:10). Comp. el v. 12 con Nm.
16:30-33.
2. Muestra lo pernicioso de tal
conducta (v. 15): «Hijo mío, no
vayas de camino con ellos; aparta tu
pie de sus veredas; no sigas su
ejemplo, no hagas lo que hacen
ellos. Considera su camino (v. 16):
Sus pies corren hacia la maldad, a
lo que desagrada a Dios y es dañoso
a la humanidad, pues van presurosos
a derramar sangre». El camino del
vicio es como un plano inclinado
hacia abajo, en el que no sólo no se
puede parar, sino que cada vez se
cae más hondo y más deprisa mientras
se continúa en él. Se les dice que
tal camino conduce a la perdición,
y, sin embargo, persisten en él. El
v. 17 ha desconcertado a muchos
comentaristas, pero, a la vista del
contexto posterior, el sentido es el
siguiente: Un ave evita, por
instinto, caer en la red o lazo que
se tiende ante sus ojos, pero a
estos perversos les ciega de tal
modo su codicia, que no se dan
cuenta de que se meten ellos mismos
en el peligro.
Versículos 20-33
Después de mostrar cuán peligroso es
prestar oídos a las tentaciones de
Satanás, muestra ahora Salomón cuán
peligroso es no prestar oídos a los
llamamientos de Dios.
1. Por medio de quién nos llama
Dios: -Por medio de la sabiduría, la
cual dama en las calles, alza su
voz, etc» (vv. 20, 21). El hebreo
está en plural: «sabidurías», porque
la sabiduría de Dios es, no sólo
infinita, sino también «multiforme»
(Ef. 3:10). Dios habla a los hombres
por medio de todas las clases de
sabiduría:
(A) El entendimiento humano es
sabiduría, la luz y la ley de la
naturaleza, los poderes y las
facultades de la razón y el oficio
de la conciencia (Job 38:36).
(B) El gobierno civil es sabiduría,
cuyos vicegerentes son los
magistrados.
(C) La revelación divina es
sabiduría; todos sus dictados, todas
sus leyes, son sabios como la
sabiduría misma. Por medio de las
Escrituras, de sus siervos los
profetas y de todos los ministros de
su palabra, Dios declara a los
pecadores sus sabias enseñanzas,
promesas, advertencias y amenazas.
(D) Cristo es la sabiduría, pues en
él están escondidos todos ¡os
tesoros de la sabiduría y del
conocimiento (Col. 2:3), y él es el
centro de la revelación divina; no
sólo la Sabiduría misma (V. Lc.
7:35), sino el Verbo de Dios, la
Palabra eterna, por medio de la cual
nos habla Dios de forma definitiva y
exhaustiva (He. 1:1-3), y a quien ha
dado todo juicio (Jn. 5:22).
2. La sabiduría clama:
(A) Muy públicamente: en las calles,
en las plazas, en los lugares más
concurridos, en las entradas de las
puertas de la ciudad (vv. 20,21),
para que todo el que tenga oídos
pueda oír. La filosofía humana se
enseñaba en colegios y
universidades, pero la sabiduría
divina se enseña en los lugares
donde concurren, no sólo los sabios,
sino el pueblo llano.
(B) Muy patéticamente: dama, grita,
con toda claridad y con todo afecto.
Dios desea ser oído bien y por
todos, pues desea que todos se
salven y lleguen al conocimiento de
la verdad (1 Ti. 2:4).
3. Cuál es el llamamiento de
Dios por medio de la sabiduría:
(A) Reprende a los pecadores por su
necedad y por su obstinación (v.
22). Los simples aman la simpleza.
Obran neciamente y se gozan en sus
necedades malvadas como quien se
halla en su propio elemento. Los
insolentes se complacen en la
insolencia y hacen burla de todo lo
que se les dice. Los insensatos
aborrecen el conocimiento. Estos son
los peores, pues se niegan a
aprender lo que más les conviene.
Dios desea la conversión de los
pecadores y no su ruina; por eso,
espera paciente (¿hasta cuándo...
?»), dispuesto a razonar con ellos (Is.
1:18).
(B) Les invita a arrepentirse y
volverse sabios (v. 23): «Volveos,
es decir, convertíos, a mí
reprensión: Recobrad la sanidad de
juicio (comp. Lc. 15:17) y volveos a
Dios y a vuestro deber, y viviréis.
Los que aman la simpleza se
encuentran en impotencia moral de
cambiar su mentalidad y su conducta;
no se pueden convertir por su propio
poder. Por eso les dice Dios: «He
aquí yo derramaré mi espíritu sobre
vosotros (comp. con Jl. 2:28);
poneos a disposición del Espíritu
Santo, y la gracia de Dios obrará en
vosotros el querer y el hacer lo
que, sin esa gracia, nunca podríais
llevar a cabo. El Espíritu de Dios
usa como medio de la gracia la
palabra de Dios: «Yos daré a conocer
mis palabras» (v. 23c), es decir, no
sólo os las diré, sino que os las
haré entender.
(C) A los que continúan obstinados
en rehusar los medios de gracia les
lee la sentencia (vv. 24-32). El
crimen es, en pocas palabras,
rechazar el ofrecimiento de la
gracia y rehusar someterse a las
condiciones del Evangelio, lo que
les habría salvado de la maldición
de la ley de Dios y del dominio de
la ley del pecado. Cristo extiende
los brazos para ofrecerles el
perdón, pero no hubo quien atendiese
(v. 24). Desecharon su consejo y no
aceptaron su reprensión (v. 25).
Esto se repite en el v. 30. No
admiten el gobierno de la razón ni
el de la revelación, ya que
aborrecieron la sabiduría y no
escogieron el temor de Yahweh (v.
29). Por no recibir el beneficio de
la misericordia de Dios cuando les
fue ofrecido, caerán justamente
víctimas de su justicia (29:1). Les
llegará la desgracia (v. 26) que
temían; vendrá como un torbellino
(v. 27) y les tomará por sorpresa,
pues vendrá de repente. Los vv.
26-28 han de entenderse a la luz del
contexto posterior. No significan
que Dios niegue su auxilio a quien
lo pide, sino que, al obstinarse en
no escuchar la voz de Dios, comerán
el fruto de lo que sembraron, pues,
como las vírgenes de Mt. 25:10-13,
hallarán cerrada la puerta, lo cual
es una figura para dar a entender
que, con la muerte, se acaba el
tiempo de la oferta de la gracia.
(D) Concluye asegurando que los que
se someten a las instrucciones de la
sabiduría disfrutarán de paz y
tranquilidad (v. 33). Estarán bajo
especial protección del Cielo, de
forma que nada les producirá
verdadero daño. No sólo están libres
de desgracia, sino también del temor
a la desgracia.
Fuente:
adorador.com
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