Versículo 1
'El original aquí es difícil, dice
M. Henry, y todos los mejores
exegetas, incluido Cohen, están de
acuerdo. Sin embargo, nuestras
versiones modernas (RV 1977, Biblia
de las Américas, New International
Version, New American Standard
Translation, etc.) dan el sentido
correcto que puede simplificarse del
modo siguiente: la persona esquiva,
insociable (un tipo caracterial bien
definido), etc. es una persona que,
como se suele decir, 'está llena de
rarezas; por eso, dice el proverbio
que «busca sus caprichos y se irrita
contra todo consejo» ¡no cabe mejor
descripción! Todos conocemos este
tipo de personas, que son una
verdadera carcoma.
Versículo 2
El necio llega a mostrar su necedad
al apartar de sí todo deseo de
poseer la discreción suficiente para
distinguir entre lo bueno y lo malo,
lo oportuno y lo inconveniente.
Únicamente se deleita en que se
manifieste su corazón, es decir, en
que se descubra lo que lleva dentro:
sus necias ideas y sus opiniones
personales, aunque están basadas en
la más crasa estupidez. Con todo,
cree que sólo él tiene razón, lo
cual suele ser el colmo de la
necedad.
Versículo 3
Este proverbio se puede entender de
dos maneras: 1. Los malvados son
menospreciadores de los demás.
Cuando llegan a una reunión, sea un
estudio o un acto del culto, allí
entra el desprecio de Dios, de sus
ministros y de todo lo que se dice y
hace allí. 2. Los malvados son
ignominiosos, que se cubren de
vergüenza y afrenta ellos mismos,
justo castigo de quienes desprecian
a los demás y, especialmente, a
Dios.
Versículo 4
Tanto Cohen como Ryrie (quien lo
compara con 20:5) hacen un excelente
comentario de este no tan fácil
proverbio: las palabras del hombre
ordinario (hebr. ish) son profundas,
no en el sentido de geniales, sino
de 'oscuras e incoherentes, que sólo
con dificultad llegan a entenderse',
mientras que los sabios se expresan
son claridad: «arroyo que fluye» (lit.)
naturalmente, con limpieza y
frescura.
Versículo 5
Este proverbio condena justamente a
quienes, estando empleados en la
administración de la justicia,
pervierten el juicio, haciendo la
vista gorda ante los crímenes de los
ricos y de los situados en alta
posición. Hay que tener en cuenta la
justicia de la causa, no la posición
de la persona.
Versículos 6-8
Los labios del necio provocan
contiendas de muchas maneras, en
especial dando a conocer ideas y
opiniones que han de desagradar a
otras personas, provocándoles
incluso a la agresión física («llama
a los azotes»). El v. 8 (repetido en
26:22) expone una triste verdad: los
chismes se entran como golosinas
hasta lo más íntimo del ser de las
personas dispuestas a escucharlos;
estas personas son la mayoría, no
sólo en el mundo, sino, por
desgracia, también en las iglesias,
porque la mayoría se sienten en
cierto modo justificados y
ensalzados (comp. Is. 65:5) con las
miserias y debilidades de los demás.
Versículo 9
Bien merece el calificativo de necio
(aunque no esté explícito en el
texto) el que derrocha su hacienda,
gastando más de lo que gana. De la
misma clase es (según el sentido de
'hermano' aquí, comp. con 28:24) el
que es negligente en su trabajo. El
primero arroja a los vientos lo que
posee; el segundo se lo deja escapar
entre los dedos.
Versículo 10
Aquí tenemos la suficiencia de Dios
para los santos: El nombre (es
decir, la persona) de Yahweh (comp.
con Sal. 20:7) es torreón fuerte en
el que pueden hallar descanso cuando
están fatigados, y protección cuando
son perseguidos. La riqueza
acumulada en esta torre es
suficiente para enriquecerlos; la
fortaleza de esta torre es
suficiente para protegerlos.
Versículo 11
Para entender bien este proverbio es
menester unirlo con el anterior. Las
riquezas de este mundo son el
torreón fuerte del que las posee.
Son como un muro alto, que no se
puede escalar ni derribar, una
ciudad fortificada, inexpugnable;
pero se engaña a sí mismo; no lo son
en realidad, sino en su imaginación.
Versículo 12
La primera parte de este proverbio
se halla también en 16:18, donde ya
se explicó. La 2a parte
nos enseña que, así como el orgullo
precede a la caída, la humildad
precede a la elevación.
Versículo 13
Aquí se expone, llevado a su más
alto grado, un defecto muy
corriente: Responder antes de haber
escuchado toda la pregunta o
exposición, y de haber comprendido
bien el sentido de lo dicho. No sólo
es una necedad, sino que expone al
oprobio, es decir, a la vergüenza, a
la persona que así interrumpe a
otros antes de tener la cortesía de
escucharles.
Versículo 14
Muchas enfermedades y adversidades a
las que estamos expuestos en este
mundo, pueden soportarse bien cuando
la persona tiene una voluntad
fuerte, robustecida por la gracia de
Dios, para abrirse paso a través de
ellas. En cambio, cuando la persona
posee una voluntad débil, no sabe ni
puede soportar las dificultades y,
lo que es peor, difícilmente admite
la ayuda de los demás.
Versículo 15
Cuanto más prudente es una persona,
tanto más le interesa adquirir
conocimiento; en especial,
conocimiento experimental de Dios,
de su deber y del camino del cielo.
Hemos de adquirir ese conocimiento
para retenerlo en el corazón, para
lo cual necesitamos oído atento.
Versículo 16
La dádiva no indica aquí soborno,
sino un regalo legítimo, inocente,
cortés, que puede suavizar el camino
para establecer una relación
personal conveniente (V. 1 S.
17:1$); le ensancha el camino, de
forma que le resulta más fácil
llegar al objetivo que se proponía,
y llegar así a la presencia de los
grandes, de quienes esperaba obtener
favor, amistad o protección.
Versículo 17
Aquí se nos muestra que el primero
en referir una noticia o su caso
particular parece siempre tener
razón, hasta que viene su prójimo (lit.),
es decir, la otra parte del caso, y
expone el otro lado de la moneda. El
proverbio enfatiza la necesidad de
escuchar a ambas partes, antes de
pronunciarse, en juicio o fuera de
él, a favor de una de ellas; para
ello tenemos dos orejas.
Versículo 18
Este proverbio enseña que, en las
disputas sobre particiones de
haciendas, límites de heredades,
etc., en las que es difícil hacer
que las dos partes lleguen a un
acuerdo mediante razones, no cabe
otro recurso que echarlo a suertes.
Versículo 19
El proverbio usa las figuras de
'ciudad fuerte' y 'cerrojos de
alcázar' para poner de relieve que
cuanto más cercano es el parentesco,
más acerba se hace la enemistad
cuando surge una discordia y más
difícil resulta la reconciliación.
Dice Cohen: 'es más difícil calmar
su mutua animosidad que capturar una
ciudadela, y su querella crea una
barrera para la restauración de
relaciones amistosas tan fondable
como las barras de hierro que
cierran una fortaleza'.
Versículos 20-21
Una vez más, se trata aquí de lo que
la lengua puede hacer para bien o
para mal de la propia persona que
habla. Comenta concisamente Ryrie:
‘La lengua del hombre puede
proporcionar satisfacción, vida o
muerte. Quienes están inclinados a
hacer uso de la lengua han de cargar
con las consecuencias de sus
palabras'.
Versículo 22
Una esposa (se sobreentiende buena)
es para un hombre gran bendición; la
que es mala no merece ser llamada
con un nombre tan honorable. La
buena esposa es ayuda idónea para el
hombre, según el designio de Dios
(V. Gn. 2:18); es decir, alguien que
ha de cooperar con él en las varias
actividades de la vida, que ha de
contribuir más que ninguna otra cosa
a su bienestar, y ha de ayudarle a
caminar hacia el cielo. Refiere el
Talmud que, antiguamente, cuando
alguien se casaba, le preguntaban: ¿matsá
o motsé? La clave de esta pregunta
se halla en los versículos que
comienzan respectivamente por dichos
vocablos hebreos: Pr. 18:22 y Ecl.
7:26. Con ello, se evitaba el
preguntar descaradamente: ¿buena o
mala?
Versículo 23
Este versículo presenta ciertos
defectos que se hallan en personas
de posición social muy distinta. El
pobre, expuesto al complejo de
inferioridad, habla suplicando,
temiendo ofender. En cambio, el
rico, más expuesto al complejo de
superioridad, suele hablar de forma
áspera, imperiosa. Ambos deberían
percatarse de que el hombre no se
mide por lo que tiene, sino por lo
que es y, en principio, todos somos
iguales ante Dios (comp. con Stg.
2:1-9).
Versículo 24
La 1ª parte de este versículo es
dificilísima, por no estar claro
cuál es exactamente el verbo hebreo
que allí se usa. Según se halla
actualmente el texto masorético en
la casi totalidad de los MSS, dice
literalmente: «El varón de amigos
(es decir, el que tiene demasiados
amigos) [va] a despedazarse a sí
mismo». La 2ª parte está clara:
«pero hay un amigo (lit. amante,
vocablo muy distinto del de la 1ª
parte, que significa meramente
'compañero') que se adhiere (lit.)
más que un hermano». El proverbio
expresa, pues, en primer lugar, que
un buen amigo puede llegar a ser más
valioso que un hermano de padre y
madre (comp. con 17:17). La 1ª parte
significa, según Ryrie, que 'los
amigos escogidos a la buena de Dios'
(indiscriminadamente), pueden
producir problemas.
En mi opinión (nota del traductor),
el verbo hebreo indica que, al tener
demasiados amigos, dicho 'varón'
podría sentirse 'despedazado', al no
poder complacer a todos (un caso
corriente de 'conflicto de
lealtades').