La versión literal de este v. es la
siguiente: « (Cada una de) las
mujeres sabias edifica su casa, pero
(cada una de) las necias la
derriban con sus propias
manos». En efecto, una mujer
prudente, piadosa, hacendosa, es
buena administradora y, de este
modo, hace que prosperen los
negocios de la familia, que se
paguen a tiempo las deudas, que se
eduque bien a los hijos, y que toda
la familia goce de comodidad en el
interior y de buen nombre y crédito
de puertas afuera. Así es como se
edifica la casa. En cambio, son
muchas las familias que van a la
ruina por culpa de la mala
administración o del derroche de las
mujeres, tanto o más que por la
indolencia o el descuido de los
maridos. Una mujer que no es
prudente ni hacendosa, aunque
parezca a veces temerosa de Dios, no
lo es, pues, en lugar de edificar la
casa, la derriba con sus manos.
Versículo 2
El proverbio es tan sencillo que no
necesita comentario: el justo
manifiesta su temor reverencial,
filial, a Dios, comportándose como
Dios manda; en cambio, todo pecado
es un insulto a Dios (v. Gn. 39:9).
Versículo 3
En la boca del necio hay un retoño
de soberbia (lit. El vocablo para
‘retoño’ vuelve a salir en Is. 1 l:
l); es decir, lo único que brota de
sus labios son palabras altivas que
acaban por arruinarle. La raíz está
en el corazón y, a no ser que la
raíz se arranque, su mal no tiene
remedio. En cambio, los labios de
los sabios los preservarán (lit.) de
decir lo que causa daño a otros y,
por consiguiente, serán para ellos
mismos una buena protección.
Versículo 4
Sin bueyes, pesebre limpio (lit.);
es decir, donde no hay animales de
labranza, la casa puede conservarse
limpia, lo cual agrada a quienes les
gustan las apariencias, pero
aborrecen el trabajo de limpiar la
suciedad que los animales producen.
De éstos son los que prefieren los
caballos a las vacas, y los perros a
los cerdos. Pero las personas
laboriosas consideran que las
desventajas que comporta cuidar a
los animales de labranza son
contrarrestadas por los beneficios
que proporcionan al emplearlos en
las labores del campo.
Versículo 5
En la administración de la justicia,
tienen mucho peso los testigos y,
por tanto, es muy importante para el
bien común que los que han de
testificar ante los tribunales sean
personas honestas y temerosas de
Dios. Un testigo concienzudo no se
atreverá a dar un testimonio falso.
Pero el que se deja sobornar o
intimidar dirá mentiras con el mismo
aplomo que si dijese verdades.
Versículo 6
La razón por la que algunas personas
buscan la sabiduría y no la hallan
es porque no la buscan con ánimo
sincero ni con temor de Dios (comp.
Sal. 111:10); menos todavía la
pueden hallar los escarnecedores
o insolentes, prestos a burlarse
de lo que no entienden (v. 2 P.
2:12; Jud. vv. 10 y ss.). En cambio,
al hombre de entendimiento
lit. El mismo vocablo de 1:5), la
sabiduría le es fácil, le
resulta fácil hallarla porque posee
la disposición necesaria, sin
prejuicios ni afectos corrompidos,
con lo que fácilmente entiende lo
que se le enseña y guarda en el
corazón lo aprendido.
Versículo 7
El hombre malvado es necio;
de él debemos apartamos si no
queremos contagiamos de su necedad;
de sus labios no se puede aprender
nada digno de ser escuchado. A
veces, el único modo de reprender al
que habla necedad o perversidad es
marcharse a otro lugar.
Versículo 8
No se trata aquí de la sabiduría
(lit.) del científico, la cual
consiste sólo en especulaciones,
sino la del prudente, la
práctica, la del que sabe
discernir su camino (comp. 4:26)
y, por tanto, sabe en cada caso cómo
comportarse, la dirección que hay
que tomar, sin mirar a lo que otros
hagan, ni criticarlos
precipitadamente por seguir otros
caminos. En cambio, la estupidez
de los necios es engaño, es
decir, les hace equivocarse de
dirección. Al no poseer la
discreción del prudente, el necio
marcha por derroteros falsos.
Versículo 9
La mejor versión de este difícil
versículo, parecida a la que ofrece
la New International Version,
es la que da J. J. Serrano: «Al
necio la indemnización le
reconcilia; pero al íntegro, la
buena voluntad». Y lo comenta
así: ‘La interpretación que
adoptamos significa literalmente que
el necio, cuando ofende a alguno, no
puede aplacarlo sino por medio de
dones que sean garantía cierta de la
sinceridad de su arrepentimiento.
Esto es, que nadie acepta la palabra
sola del necio. En cambio, del bueno
se fían y aceptan su buena voluntad
como garantía suficiente’. Esta es
también la interpretación que, como
más probable, ofrece el rabino
Cohen. (Todo es nota del traductor).
Versículo 10
Cada persona siente su propia carga,
especialmente la que pesa sobre el
corazón y, por eso, no debemos
censurar la tristeza o la depresión
de otros, pues no sabemos cómo se
sienten; quizás el golpe que sufren
es mayor que el gemido que emiten.
Por otra parte, algunos gozan de
consuelos divinos, de los que otros
no se dan cuenta; mucho menos,
pueden participar de ellos.
Versículo 11
El pecado es la ruina de grandes
familias, mientras que la virtud
hace surgir y florecer la
estabilidad de familias poco
importantes en el plano social.
Aunque sólo tengan una tienda de
campaña por morada, los
rectos disfrutarán de la
bendición de Dios, mientras que
la casa de los impíos, por muy
espléndida que sea, será
derribada o arrasada.
Versículo 12
La P. parte de este proverbio se
repite varias veces (v. 12:15; 16:2;
21:2). El camino de la ignorancia y
del descuido, de la sensualidad y
del fraude, puede parecerle bueno, y
aun éticamente correcto, a un
malvado, ya que, aparentemente, es
un camino libre de obstáculos. Pero
estos necios que se engañan a sí
mismos, acaban por destruirse a sí
mismos.
Versículo 13
Este proverbio no es tan pesimista
como a primera vista parece. Lo que
quiere enseñar es que la vida está
llena de incertidumbres y que un
comienzo de día soleado puede dar
paso a un inesperado chaparrón. Por
eso, es prudente no entregarse a
excesivas alegrías y ligerezas, en
especial cuando conducen al pecado y
pueden terminar en dolor de cabeza y
congoja de corazón.
Versículo 14
El necio, aquel cuyo ‘corazón se
vuelve atrás’ (la misma frase de
Sal. 44:18), apartándose de Dios y
del camino del deber, recibe
«hartura» (no significa aquí
‘castigo’) de su propios caminos
malos, mientras que el bueno alcanza
verdadero contento en un
camino que da verdadero sentido a la
vida y abundantes oportunidades de
hacer el bien.
Versículo 15
La fe es una necesidad, pero la
credulidad es una necedad (el
sentido es muy diferente del de 1
Co. 13:7, donde el que ama está
inclinado a echar a buena parte lo
que a otros hace sospechar mal).
Comenta Ryrie: «El prudente mira
bien antes de saltar».
M. Henry dice: «El prudente prueba
antes de confiar» (Ambos hacen un
juego de palabras en inglés). Es un
proverbio sencillo, pero de inmensa
sabiduría, por falta de la cual la
gente se traga, sin masticar, todo
lo que lee en libros y periódicos,
lo que oye en la radio y ve en la
televisión. Así se forma la llamada
‘opinión pública’, tan necia y
frágil como las fuentes de que
procede.
Versículo 16
El temor de Dios es una excelente
protección de toda cosa santa y
contra toda cosa no santa.
De sabios es apartarse del mal,
no llegarse cerca del pecado,
exponiéndose a caer en él. De
insensatos es confiarse hasta
dejar toda precaución, pensando que
lo saben todo y que nada les puede
hacer daño. Estos, además, no hacen
caso a nadie que les avise.
Versículo 17
Los que son demasiado susceptibles y
se enojan enseguida, dicen y hacen
cosas ridículas y se exponen al
menosprecio de los demás. En el
extremo opuesto, igualmente vicioso,
están los que maquinan con calma el
mal que pueden hacer a otros. Quizá
son tardos en airarse, pero es para
mejor atrapar en su red a los
incautos. Si los primeros están
expuestos al menosprecio, los
últimos se exponen al
aborrecimiento.
Versículo 18
El pecado es la infamia y vergüenza
de los malvados, y aun el simple,
al que no le alcanza ni para ser
llamado propiamente malvado, no
puede esperar otra cosa que necedad,
puesto que escogen neciamente. La
necedad es su herencia,
mientras que los prudentes tienen,
no sólo por herencia, sino también
por corona, la sabiduría. Las
cabezas sabias merecen ser
coronadas; en esto se ve que la
sabiduría no sólo es
justificada, sino también
glorificada, por sus hijos.
Versículo 19
Los malos se inclinarán, en
señal de derrota y rendición,
delante de los buenos. La Biblia
enseña la victoria final del bien
sobre el mal. La 2a.
parte del versículo viene a ofrecer
un paralelismo de sinonimia y debe
suplirse ‘el verbo ‘inclinarse’:
«Y los impíos se inclinarán a las
puertas del justo» (singular
colectivo, como en muchas
ocasiones).
Versículo 20
Este proverbio es una expresión del
adagio castellano: ‘poderoso
caballero es don dinero’. La mayoría
de los hombres son como las
golondrinas que emigran en invierno.
Por eso (y por muchas otras
razones), es bueno tener por amigo a
Dios, el cual no nos abandona si
somos pobres. El rico tiene
muchos amigos mientras pueden
sacar algo de él.
Versículo 21
El carácter del hombre tiene su
exacta medida en la forma como se
comporta con su prójimo. Peca el
que menosprecia a su prójimo,
peca incluso contra la Ley (Lv.
19:18). El paralelismo indica que lo
desprecia por ser pobre, puesto que
se tiene por ‘dichoso’ (hebr.
ashraiv; lit. ‘dichoso de
él) al que tiene misericordia
lit. al que muestra favor) de los
pobres.
Versículo 22
Aquí se da un paso más. Ya no se
trata de los que menosprecian a su
prójimo, sino de los que maquinan
el mal contra él.
Para ello echan mano de todas sus
malas artes y llevan adelante sus
intrigas con toda clase de medios,
pensando que así les irá
estupendamente en sus planes, pero
yerran grandemente, pues
nadie puede ser más listo que
el Dios sabio y justo en grado
infinito; así que están planeando su
propia ruina. En cambio, los que
planean el bien, aprovechando todas
las oportunidades para extender su
generosidad a un número de personas
cada vez mayor y en forma aceptable
a los que están necesitados de ella,
alcanzarán misericordia y verdad,
amor fiel de parte de un Dios
que no deja sin recompensa un vaso
de agua fresca (dicho binomio,
frecuente en la Biblia, salió ya en
3:3).
Versículo 23
Los que son laboriosos suelen
prosperar. El que se fatiga
trabajando obtiene su fruto; éste es
el sentido del primer estico. En
cambio, los charlatanes suelen ser
malos trabajadores, por lo que no
pueden esperar otra cosa que penuria
y miseria.
Lo mismo ocurre en el plano
espiritual, aunque el sentido del
proverbio no va por ese camino:
También en las iglesias se dan los
dos grupos: los que edifican
callando y los que molestan y
desedifican hablando demasiado o lo
que no deben.
Versículo 24
El texto hebreo dice literalmente:
«Corona de los labios (son
las) riquezas, pera la necedad de
los necios (es sólo)
necedad». El sentido es el
siguiente: La sabiduría es
productora de riquezas, y el honor
que éstas comportan (así como el
buen uso que de ellas se hace -caben
los dos sentidos) es como una
corona, mientras que la
insensatez sólo acarrea
deshonra.
Comenta un antiguo rabino: ‘A veces,
el’ sabio comete necedad; pero
siempre es posible hallar algún
factor redentor en tal acto de
necedad. En cambio, los actos de los
necios son completamente necios,
vacíos de todo factor redentor’ (es
decir, que compense).
Versículo 25
El testigo fiel y veraz libra
las almas, pues hace que se
descargue al inocente de los cargos
que falsamente le han imputado;
también puede traducirse por
‘vidas’, teniendo en cuenta que
el buen nombre es, para muchos, de
mayor estima y valor que la vida
misma. En cambio, el testigo que
respira mentiras es engaño (lit.).
Los gobiernos deberían tener
interés en acabar con los testigos
falsos, puesto que la verdad es el
cimiento de la sociedad.
Versículos 26-27
La mejor versión, según Cohen, del
versículo 26 es como sigue: «En
la reverencia del Señor lit.
de Yahweh) hay fuerte confianza, y a
sus hijos (los del temeroso de
Dios) les servirá de refugio»,
con lo que se indica (comp. con
20:7) que las bendiciones de que
gozan los hijos son muchas veces
consecuencia de la piedad de sus
padres. El v. 27 da un paso más
(comp. con 10:11), pues asegura que
el temor de Dios es una
fuente de vitalidad espiritual, que
rebosa amor, gozo y paz; con ello,
es un antídoto soberano contra el
pecado y la tentación: para
apartarse de los lazos de la muerte.
Versículo 28
El proverbio da a entender que toda
nación depende, tanto en la
prosperidad de la industria, la
agricultura, etc., como en sus
medios de defensa contra sus
enemigos, especialmente los países
limítrofes, de la fuerza numérica de
su población. Los países pequeños
difícilmente pueden conservarse
independientes, pues suelen ser
presa de otros más poderosos en
recursos naturales y humanos.
Versículo 29
La mansedumbre es prudente, puesto
que el que tarda en airarse se
ahorra muchos disgustos y males
físicos y morales; por otra parte,
los mansos cooperan grandemente a
mantener en la sociedad una
atmósfera de paz y tranquilidad. En
cambio, el que es de genio
pronto, el que se encoleriza con
facilidad, enaltece (lit.),
no a sí mismo, sino su necedad,
con lo que la expone a la vista
de todos.
Versículo 30
El corazón apacible (es decir,
un temperamento equilibrado), que no
pierde fácilmente la calma, es una
fuente de salud: vida de las
carnes (lit.); contribuye a la
buena disposición del cuerpo; la
gente se engorda con el buen humor
(así escribía M. Henry en una época
en que valía el adagio: «dame
gordura y te daré hermosura»). En
cambio, la envidia es carcoma de
los huesos; un ánimo descontento
perjudica gravemente a la salud
incluso corporal. Dice un refrán
castellano: «Amarilla pintan a la
envidia, porque muerde, pero no
come»; es decir, hace daño a otros
sin sacar ningún beneficio.
Versículo 31
Todo el que hace daño a un pobre,
debe saber que está afrentando al
Hacedor (del pobre). Dios lo creó,
le dio el ser, y se tiene por
ofendido con las ofensas que se
hacen al pobre, así como honrado con
las bondades que al pobre se hacen.
Tuve hambre, y me disteis de
comer (Mt. 25:35).
Versículo 32
La doctrina de este proverbio está
desarrollada en Sal. 73:19, 24. El
malvado es llevado a la ruina por
sus propias maldades, mientras que
el justo, aun en su muerte tiene
esperanza. Opina Ryrie que aquí
se indica la muerte como ‘lugar de
refugio e inmortalidad’ para el
justo. Cohen por su parte,
descartando aquí la idea de
inmortalidad, comenta: ‘El
pensamiento es que el justo, lleno
de confianza en Dios, no abandona su
esperanza aun en el caso desesperado
de imaginarse que está a punto de
morir’ (M. Henry-nota del traductor-
espiritualiza demasiado todo el
versículo, lo cual estará bien, pero
fuera de lugar).
Versículo 33
La modestia es la librea de la
sabiduría; no sólo la lleva sobre el
pecho, sino en el corazón;
aún así, sin ruido, se da a conocer
a todos, incluso a los propios
necios, los cuales no pueden
negarlo. Sin embargo, la 2a
parte del versículo admite otra
interpretación más en consonancia
con el contexto: el necio se jacta
demasiado e inoportunamente de lo
poco que sabe.
Versículo 34
Cuando la justicia impera en una
nación, la llena de honra. Una justa
administración en el gobierno, la
práctica de la equidad entre los
ciudadanos, la caridad y la
compasión hacia los pobres y
extranjeros, todo eso sirve de buena
base al trono, eleva la mente del
pueblo y cualifica a una nación para
recibir las bendiciones de Dios. En
cambio, el vicio es la vergüenza
de los pueblos. El pueblo de
Israel gozó de fama y prestigio
mientras honró a su Dios, pero
cuando abandonaron a Dios para irse
tras de los ídolos, todas las
naciones limítrofes le insultaron y
lo pisotearon.
Versículo 35
El sentido de este proverbio es tan
llano y natural que su versión
corriente le resulta a Cohen
‘trivial y fútil’ (trite and
pointless), por lo que sugiere que
se una al v. 1 del capítulo
siguiente, con lo que el proverbio
gana en expresividad. Sin embargo, y
sin negar que pueda caber alguna
conexión, el proverbio se sostiene
por sí mismo con la enseñanza de que
el servidor prudente es
objeto de la benevolencia del
rey, porque en ese servidor
halla el rey honra y prestigio,
mientras que el servidor necio no
puede menos de causar al rey
enojo, puesto que es una
afrenta, una ignonimia, para el rey
tener tal servidor.